Teo dio un par de vueltas por el calabozo del coreano, con la esperanza de encontrarlo agazapado de la misma forma que habían encontrado a Silvia, pero tenía que considerar también que hubiera sido demasiado tarde para él.
Decidido a marcharse, cuando ya estaba a punto de pasar el umbral, algo, hombre o no, se le abalanzó desde el techo. No tenía cuerpo, sólo era humo y vapor negro bajo unas oscuras y foscas vestimentas, que él conocía muy bien.
Ahí forcejeando con el turbio personaje, Teo sabía que ya no era el coreano, que se había convertido ya en lo que todos querían evitar, en un Ser de Niebla.
El monstruo emitió un rugido inaudible y terrible, y se puso de pie delante de Teo que no había tenido oportunidad de levantarse del suelo. Hasta allí llegó Nadia preocupada por el escándalo; Samanta y Silvia le seguían de cerca.
La escena que iban a presenciar era un secreto a voces. El Ser de Niebla ya había desplegado su látigo luminoso, y estaba dispuesto ya a probar su efectividad en la piel de su víctima, que suplicaba que no le hiciera daño.
- ¡Es un Detalladero al servicio de tu jefe Sua! ¡¡¡Déjalo!!! , exclamó Nadia, hincada de rodillas en el piso.
El Ser de Niebla frenó sus malévolas intenciones por un momento, como pensando lo que la mujer le había dicho… No debió convencerle mucho la razón que le daba para que parase su afrenta, y agarró con fuerza el látigo levándolo, para que luego cayera con potencia sobre el indefenso Teo… Una y otra vez, y otra… y otra vez… y tantas, que la ropa de Teo, estaba toda hecha jirones, y la sangre salpicaba las paredes, a la vez que sus gritos de dolor eran cada vez más débiles.