De repente, cuando ya Samanta tenía algo más clara su posición, todo empezó a temblar y a convulsionarse… Las sacudidas cada vez eran más constantes; la madre que le acogía en su vientre se había puesto de parto; iba a dar a luz a Sami…
Le pareció que había salido muy deprisa entre los gritos y las respiraciones de su madre, a las manos de un señor enmascarado y manchado de sangre; con seguridad, era el médico que había atendido el parto. Al lado, una enfermera cogió a la bebé por los pies y le dio un azote, para que reaccionara tal y como hizo… Con el llanto anunciador de vida.
La primera persona que Sami pudo ver fue a su madre que la arrulló entre sus brazos con amor. Creyó conocer ese rostro femenino, pero no distinguía bien los contrastes como era normal; acababa de nacer.
Desde el fondo del quirófano se acercó poco a poco su supuesto padre; a pesar de llevar una mascarilla, a Samanta tampoco le resultaba un extraño cuando le besó la manita.
La recién nacida sabía exactamente qué les quería preguntar… Con todo, ni podía hablarles, ni entendía nada de lo que le decían. Luego, unas enfermeras se la llevarían a otra sala con unas cunas de cristal, en las que en cada una había un niño ente las mantas.
Es muy bueno tu blogs.
Te felicito
Amalia
Gracias, Amalia. Es un placer verte por aquÃ.