Samanta salió tímidamente de la choza, casi sin atreverse a apoyar los pies en el suelo. Estaba asustada, pero la curiosidad reprobaba que siguiera hacia adelante para tener conocimiento de si esos estrepitosos ruidos, eran otro motivo de preocupación o algo que simplemente convendría saber. Se volteó para ver la reacción de Aníbal, que no ponía objeción a que ella intentara verificar el origen de aquel estruendo.
Dejó la chabola atrás, y pudo ver a Nadia, que como ella, ya se había quitado el disfraz de Ser de Niebla, y corría por la hierba, ocultándose entre el follaje, para no perderse lo que estuviera sucediendo. A la mayor brevedad se unió a ella, y llegaron las dos sigilosas, hasta los árboles de donde parecía haber provenido aquel escándalo tan angustioso.
Primero, se fijaron en una espiral que venia del cielo irreal tintado del Averno, era un agujero dimensional, pero éste lleno de luz, como aquél que condujo a Sami hasta el cementerio donde conoció a Silvia y al otro chico, a Tirso.
- ¿Ves? Es como el primer agujero dimensional por el que yo viajé para escapar de Sua -. Después de que hiciera su apreciación, Nadia le tapó la boca, pues estaba viendo a dos personas de las que no tenía ningún dato.
Parecían un hombre joven, corpulento y atlético, y una niña de poca edad que chillaba dolorida por el golpe que se había dado al caer por la iluminada espiral. No había duda de que él era Tirso…
Samanta abandonó su escondite apartando con cuidado a su compañera, y sin pensarlo dos veces, ciñó al muchacho con estrujones y besuqueos. Nadia salió de entre los matorrales, ya segura de que no eran enemigos, pero Sami frenó de repente sus efusiones hacia su pana.
Estoy de nuevo leyendo con atracción
y dando un salto enorme hacia “otros mundos”,
guiado por ti, Pilar Ana.
Ójala no te pierdas por los andurriales del Averno, jejeje. Saludos, Esteban.
Que pequeño es el otro mundo también, me gusta esa bifurcación de seres, ese proceso de transformación.
Te felicito Pili por el avance de la historia.
Abrazos
Ninguno de los mundos, en realidad, está tan distante de el otro.
Muchos cariños, Beatriz.