El lobo aclaró que la guerra había estallado entre el siniestro Sua y el Ser de Luz. Los Seres de Niebla lucharían a favor de Sua, y las luces que componen el Ser de Luz, combatirían por una nueva jurisdicción de las almas condenadas.
- Esto quiere decir, que según el régimen establecido, las almas de los que no se merecen algo mejor, no tendrán ese amargo final de convertirse en entes de humo y vaho que obedezcan una y otra vez, a los caprichos de Sua… Se les dará una nueva oportunidad en vida para que hagan las cosas bien; se reencarnarán en una nueva vida hasta que sepan valorarla y aprovecharla lo mejor posible, y sean capaces entonces de formar parte del Ser de Luz -, explicó el nuevo amigo de Samanta.
- ¿Y qué pasará entonces con Sua? -.
- Se quedará sólo y apartado. Sólo si toma una buena decisión, se le dará una nueva oportunidad también a él y volverá a ser algo como ser humano, sino desaparecerá y será como si nunca hubiera existido -, argumentó.
Sami no estaba muy segura, pero si todo aquello era cierto, ella todavía no era un Ser de Niebla, y lucharía en el bando de los brillantes.
Al fin y al cabo, se lo estaba contando todo un animal parlante que era la primera vez que veía… Estaba en el Averno: ¡Podía ser hasta el mismísimo Sua que se habría convertido en lobo!
- A todo esto… ¿Quién eres tú? -, preguntó ella obtusa.
Lejos de contestarla, miró al cielo, y anunció entrecortadamente que se tenía que ir… La había acompañado durante todo el camino; parecía querer dejarla con Nadia.
La cabaña ante la que hablaban estaba cubierta de nieve…
Aprehendió de su espalda el Eje del Mundo, y se cercioró de que la lanza estaba afilada para combatir con el lobo, al cual Samanta no perdía de vista. Sin embargo, su atención se desvió hacia el cielo:
- Esa cosa brillante, como la llamas tú, son Seres de Luz, que van a estacionarse en los umbrales del Averno…estamos en guerra con Sua y sus Seres de Niebla. Y sí, lo sé todo acerca de ti… -, dictó el lobo.
si se duplicaban los objetivos del escualo, quizá aumentarían entonces sus confusiones, y podría salvarla de su vorágine, aunque sólo fuera temporalmente.
Estaba acompañada de muchos peces de colores que nadaban por todo el territorio acuoso. Le recordó a los del acuario de su casa; eran muy pequeños al lado de éstos, pero unos y otros jugueteaban por igual, y más al sentirse observados por Sami.
Pero, Samanta ahora tenía otro motivo de desasosiego y agitación, y es que los dos, Tirso y ella, estaban debajo del agua. Sus movimientos eran acompasados y lentos, la resistencia del agua ralentizaba cualquier contorsión o inclinación que quisieran hacer.
y bucearon por las calmadas aguas a la vez que investigaban en busca de respuestas sobre si el agujero les había llevado al Averno o a otro sitio recóndito para ellos. Llegaron casi hasta la superficie… era un lago… desde dentro del agua, podían ver el cielo azul y las nubes de algodón blanco.
No salía de su asombro, cuando este desconocido salió de su escondite, y musitó nervioso:
- ¡Ya está! Ahora sólo tenemos que colarla por el agujero de Sua, ¡y rápido! ¡La caja no va a resistir por mucho tiempo! -, exclamó.