“EN OTROS MUNDOS” (58)

     Ya estaban en los sótanos, cuando Samanta salió corriendo hacia el calabozo de Silvia. La puerta seguía estando obstruida, así que abrió la mirilla:

                -    ¡Silvia, Silvia! ¿Dónde estás? ¡Vamos a sacarte de aquí ahora! ¿Silvia? -.

     No podía verla… ¿Sería demasiado tarde ya? ¿Se habría transformado en un Ser de Niebla? Sami no podría soportar este trágico final para su amiga, y que transitara eternamente por el Averno, o los mundos en los que Sua la tendría a su disposición.
   

                Sólo unos segundos después llegaron Teo y Nadia hasta donde ella estaba, y sacaron la llave maestra: la contemplaban como petrificados… Hasta que Samanta se la quitó de las manos a Teo, y se dispuso a probarla en la cerradura del presidio de Silvia.

                                   -    ¡No seas impaciente, Sami! Primero rescataremos a tu amiga, pero luego abriremos todos los demás calabozos de quienes están cautivos aquí -, aclaró Nadia un poco contrariada por el ímpetu de la chica.

       A ella sólo le preocupaba que Silvia no estuviera bien, y en su afán de encajar la llave, no cabía lugar para los buenos comportamientos, ni para las mejores maneras.

                           La puerta cedió, y Samanta entró, desesperada por encontrar a su amiga… Parecía que allí no había nadie, y se imaginó lo peor…

                                 Calabozo de Silvia

     Detrás de ella, Nadia la veía tan afectada, que no sabía si abrazarla o apartarse y dejarla sola. Teo, que estaba en el umbral, se fijó que en un rincón había amontonado y en desorden un montón de ropa oscura y bruna.
      Se acercó con cuidado…

“EN OTROS MUNDOS” (57)

     Aunque no fue tan inmediato como Samanta esperaba. Día tras día, Teo salía de la fortaleza y movía la cabeza hacia los lados, en señal de que no había conseguido la llave maestra para abrir los calabozos.      Hasta que una tarde, Teo salió con una discreta sonrisa, y se acercó a Nadia y a ella, murmurándoles:

                   -    He conseguido la llave, chicas. Ahora, dejadme hablar a mí… Voy a meteros dentro de la fortaleza -.

                        Le hicieron caso; las dos dejaron el trabajo en las canteras, y se dirigieron con él a la entrada, que estaba regentada por dos Seres de Niebla.

Seres de Niebla en la entrada       A éstos no les extrañó que Teo quisiera acceder, ya que como Detalladero de Sua, era lo normal que pudiera recorrer libremente sus aposentos; aún así, le preguntaron qué hacía con esas prisioneras:

                  -    Ellas son pintoras, pero Sua no les dio suficiente crédito al saberlo, por ello es que no las cualificó como Detalladeras… Sin embargo, yo ahora quiero hacer unos trabajos de restauración y quiero que me den su opinión -.

                                      -    Está bien, Detalladero. Podéis pasar, pero ten cuidado con ellas… Si Sua no las acepta cerca, será porque son de naturaleza rebelde -, manifestó a Teo uno de los Seres.

             Entraron delante; Nadia tuvo que zarandear a Sami para que dejara de mirar tan atontadamente a los fantasmas de Niebla, y siguiera andando hacia esos pasillos tan barrocos, que días antes habían visitado.

“EN OTROS MUNDOS” (56)

     Samanta esperaba que Aníbal estuviera allí, sin embargo  no asomaba por ninguna parte. Asimismo, caviló que pudiera estar por el exterior de la cabaña… Tampoco dio con él…
     No pudo pensar en ello mucho más. Exactamente como había previsto Nadia, los Seres de Niebla enseguida hicieron su aparición para llevarse a Sami a los trabajos de la fortaleza. Naturalmente, Tirso y La Niña se escondieron antes de que entraran detrás de la choza.                       La Niña escondida

     No la recogieron sólo a ella; el resto de mujeres también eran conducidas hacia la fortaleza de Sua.

               Ya estaban en las canteras, cuando Nadia se acercó a ella:

                                    -    Teo vino a verme. Está ahora en el interior de la fortaleza buscando la llave… Si todo sale bien, saldrá y nos hará una señal para que entremos -.

     Ninguna noticia que le dieran, podía alegrar más a Sami. Lo más raro de todo esto, eran la calma y el sosiego con los que su compañera se estaba tomando que Teo se arriesgara tanto por una muchachita a la que ni conocía. Pero Samanta no quiso hacer preguntas innecesarias, no fuera a ser que cambiara de opinión, y por ejemplo, no pudieran salvar a Silvia, o acabaran haciéndole compañía en las celdas de al lado.
     Iba a mencionarle lo de que a Aníbal parecía habérselo tragado la tierra, pero lo olvidó al tener en cuenta que Teo estaría ya a punto de salir…

“EN OTROS MUNDOS” (55)

     Era más que razonable que a Nadia le costara digerir que La Niña no era ya un Ser de Niebla. Estos entes le habían hecho mucho daño, y sabía perfectamente que su destino dentro del Averno era convertirse en uno de ellos; sólo tenía que levantarse la blusa para ver su cuerpo gangrenado, marca de los látigos de los fantasmas que irremediablemente iría avanzando hasta borrar todos sus recuerdos y transformarla en uno de estos seres oscuros.

     Cuando estuvo en el calabozo solía presenciar alaridos y bramidos, sufrimientorepresentantes del dolor de los otros seres humanos, que quién sabe porqué, habían sido allí encerrados después de trabajar en las canteras; y ahora, eran los juguetes de los Seres de Niebla, que hacían de su sufrimiento y sus heridas, el alimento de sus refulgentes látigos, sus haces de luz carnívoros. Cada vez que rozaban la carne de la víctima, un ardor execrable cercenaba los sentidos, y la experiencia se asemejaba bastante a que a uno se lo estarían comiendo vivo.

 

     Se encontraban cómodos en la cabaña de Samanta; con todo, Nadia se fue pesarosa hacia la suya; quería asegurarse de que Teo no hubiera vuelto, y además era irrefutable que los Seres de Niebla iban a llegar a cada choza, para llevarlas a trabajar en la fortaleza de Sua. Estaba prohibido sin su consentimiento, que cualquier hombre o mujer saliera de su cabaña.

                        Pero, ¿y Aníbal? Samanta esperaba encontrarlo allí…

“EN OTROS MUNDOS” (54)

     Tirso todavía se encontraba confundido después del viaje, y cuando Sami terminó de mostrarle su cariño fraternal, se dirigió hacia “La Niña” que había caído con él del agujero, y la ayudó a que se pusiera en pie.

     “La Niña” era una vieja conocida de Samanta… No había sabido nada de ella desde que en el hospital donde fueron a ver a la madre de Silvia, vio como se convertía en Ser de Niebla justo antes de que un agujero abominable absorbiera a las dos muchachas, llevándolas hasta el Averno; dejando allí obtuso al pobre Tirso, que vio como el agujero se cerraba y desaparecía tras ellas.

                -    ¡¿Y esa niña?! -, exclamó aterrorizada Nadia, fijándose en que llevaba los mismos hábitos que un Ser de Niebla.
                         -    ¡No temáis nada! ¡Ella está ahora de nuestra parte! Sólo lleva esas ropas por si en el Averno tendría que abrigarse, pero ya vemos que no se van a requerir. El motivo por el que era un Ser de Niebla era que ella y su familia habían tenido un accidente, y su hermano mayor era el único que había sobrevivido al suceso… Pero quedó en coma, y La Niña le ofreció a Sua su alma y su corazón si un día despertaba y volvía a la vida. Confió en él, hasta que el Ser de Luz intervino confirmando que había llegado su hora y que no podía haber marcha atrás… No era justo que viviera; ni para los que nacían y necesitaban que les cediera su sitio, ni para los que morían sin que nadie intercediera por ellos. Entonces, el chiquillo murió, y ella se sintió tan estafada y humillada por Sua, que juró pleitesía eterna al Ser de Luz; quien le perdonó a ella la vida, y abrió este agujero en el cielo para que viniéramos a ver a Silvia y Samanta -, explicó Tirso, mientras observaba todo lo que le rodeaba. Estaba buscando a Silvia.

                 Era increíble que La Niña fuera humana definitivamente, pero Tirso jamás bromearía con algo así. Nadia les ayudó a que se quitaran los abrigos… Los dejaron entre unas rocas.
                                      Cuando llegamos a la cabaña les contamos que Silvia estaba en los calabozos de Sua, y que si tardábamos en rescatarla, se convertiría en un Ser de Niebla…
                               Entre las rocas

“EN OTROS MUNDOS” (53)

     Samanta salió tímidamente de la choza, casi sin atreverse a apoyar los pies en el suelo. Estaba asustada, pero la curiosidad reprobaba que siguiera hacia adelante para tener conocimiento de si esos estrepitosos ruidos, eran otro motivo de preocupación o algo que simplemente convendría saber. Se volteó para ver la reacción de Aníbal, que no ponía objeción a que ella intentara verificar el origen de aquel estruendo.

     Dejó la chabola atrás, y pudo ver a Nadia, que como ella, ya se había quitado el disfraz de Ser de Niebla, y corría por   la hierba, ocultándose entre el follaje, para no perderse lo que estuviera sucediendo. A la mayor brevedad se unió a ella, y llegaron las dos sigilosas, hasta los árboles de donde parecía haber provenido aquel escándalo tan angustioso.
  agujero dimensional desde el cielo   Primero, se fijaron en una espiral que venia del cielo irreal  tintado del Averno,   era un agujero dimensional, pero éste lleno de luz, como aquél que condujo a Sami hasta el cementerio donde conoció a Silvia y al otro chico, a Tirso.

                      -    ¿Ves? Es como el primer agujero dimensional por el que yo viajé para escapar de Sua -. Después de que hiciera su apreciación, Nadia le tapó la boca, pues estaba viendo a dos personas de las que no tenía ningún dato.

     Parecían un hombre joven, corpulento y atlético, y una niña de poca edad que chillaba dolorida por el golpe que se había dado al caer por la iluminada espiral. No había duda de que él era Tirso…
     Samanta abandonó su escondite apartando con cuidado a su compañera, y sin pensarlo dos veces, ciñó al muchacho con estrujones y besuqueos. Nadia salió de entre los matorrales, ya segura de que no eran enemigos, pero Sami frenó de repente sus efusiones hacia su pana.

“EN OTROS MUNDOS” (52)

                                      Llave maestra

                         

        Era como si aquella situación de espera y esperanza  hasta que Teo llegase con noticias sobre la llave, Sami ya la hubiera vivido. Éste era el único que podría acceder hasta los Seres de Niebla, y robarles una de las llaves maestras que abrirían todos los calabozos, incluido el de la sufrida Silvia, que abarcaba todo su pensamiento.

     No le parecía apropiada la negativa de Nadia ante que Teo se arriesgara tanto, pero era entendible ya que era su compañero desde hacía muchos años en los que habían llegado a quererse, haciendo que todo lo que hubieran echado de menos cuando estaban en vida, desapareciera totalmente de su recuerdo.

     Lo que a Samanta no le gustaba nada, era la mirada aviesa de Aníbal. No entendía la expresión de su cara, era como si un lobo hambriento estuviera escrutando todas las partes de su cuerpo, para en el momento de hincarle el diente, saber con exactitud cuál iba a ser la más sabrosa y jugosa… Estaba molesta con él; no podía creer que en ese terrible lugar, Aníbal se estuviera haciendo ninguna idea libidinosa con ella.

     Se dio media vuelta y le dio la espalda:

            -    “Ojos que no ven, corazón que no siente”, – pensaba Sami para sus adentros, sin dejar de pensar en Silvia, la que se suponía que era su pareja.

     Le había parecido escuchar algo cayendo acompañado de unos gritos, y salió al exterior, queriendo buscar una respuesta…
                  

                                   Amanecer en el campo del Averno

                                                                                          

“EN OTROS MUNDOS” (51)

     La verdad era que Samanta no confiaba ni en Aníbal, ni en ninguno de los que estaban allí; tampoco en Teo… Aunque no le quedaba más remedio que aceptar su ayuda y la de Nadia.

                                  Sami se siente culpable

    -    ¡No seas tonta! ¿Ves alguna semejanza en cómo encontraste a Silvia y cómo está este farsante? -, comparó Teo, queriendo esclarecer los datos.
               -    ¿Estás diciendo que no es que haya escapado, sino que Sua lo ha dejado libre a cambio de algo? -.

     Eso era exactamente lo que estaba insinuando; además de que Sua le habría puesto en libertad a cambio de sus cabezas. En el Averno había rumores de que Sami y otro grupito de insurrectos, querían atentar contra las órdenes de Sua, libertar a sus prisioneros, y maquinar cómo escapar de ese maldito infierno… ¡Sua no lo pasaría por alto! ¡Tenía que impedir que se salieran con la suya!

    -    ¿Te diste cuenta con qué naturalidad fue a hablar con Nadia y contigo, cuando con vuestros disfraces pensó que erais Seres de Niebla? -.

     Samanta se sentía idiota por no haberse dado cuenta ella solita de que la actitud de Aníbal estaba muy clara, de que era los oídos de Sua, y le acababa de invitar a que se uniera a ellos. Teo la animó a que actuara con normalidad ahora que ya lo sabía, que ahora lo mejor que podían hacer para que Aníbal se confiase en que era más listo que ninguno, era fingir que no sospechaban que él estaba del lado del maligno.

     Aníbal se dio la vuelta y esperó a que Teo y Samanta llegaran hasta donde platicaba con Nadia. En cuanto llegaron a las chozas, se dividieron por parejas: el dúo formado por Nadia y Teo se escondieron en la suya, y Sami con Aníbal  entraron en la de ésta.

“EN OTROS MUNDOS” (50)

      Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Samanta se quedó pálida y se bloqueó, aprehendiendo con una mano a Nadia. Miró de frente al recién llegado, y descubrió serenada que era Aníbal, el que había irrumpido en que abandonaran la fortaleza.

                           Hallazgo de Aníbal

            -    Os vinimos a ver a Silvia y a ti… A ella la hemos encontrado en los calabozos, y a ti también esperábamos verte allí, pero pensamos que habíamos buscado mal -, contestó bajándose la capucha, para que viera que era ella.

     Nadia también deslizó su capucha, pero coincidía con Teo, en una expresión seria y de preocupante desconfianza:

                                    -    Nos alegramos de poder hablarte, Aníbal… Pero, ¿no te habían encerrado por lo de no cumplir las reglas del Averno e ir a divertirse con una de las condenadas? -, departió Teo en nombre de los tres.
                                                  -    Claro, me apresaron como a Silvia, pero yo he logrado escapar… Intenté buscarla para irnos juntos… no di con ella. Y ahora… ¿puedes esconderme en tu choza, Sami? -, manifestó él.

     Samanta sólo pensaba en la felicidad de su amiga cuando al fin, la sacaran de la fortaleza de Sua, y se encontrara con su Aníbal… No pudo negarse, y le correspondió con una conformista sonrisa.
     De camino a las cabañas no se tropezaron, para su gozo y regodeo con ninguno de los originales Seres de Niebla. Mientras los cuatro marchaban, Teo disimuladamente apartó a Sami de los demás, y la increpó:

    -    ¿Estás loca? ¿No decías que no confiabas en él? ¡Acabas de meter al enemigo en tu casa! -.

“EN OTROS MUNDOS” (49)

     Ya en los opulentos pasillos, antes de salir de la fortaleza, Samanta dudaba sobre qué iban a hacer para sacar a Silvia de ese calvario:

                  -    No te preocupes, Sami. Conseguiré la llave maestra para sacar a Silva, y a Aníbal, que aunque no lo hemos encontrado esta vez, no debe andar lejos…… -, animó Teo, rodeándola con el brazo.
                        -    ¡No digas tonterías, Teo! ¡No te la vas a jugar…! Si Sua se entera de que te has hecho con la llave, no quiero ni imaginarme lo que te haría -, interfirió Nadia, usurpando el lugar de la joven.

                        riña entre Nadia y Teo

     Samanta notaba como si pudiera cortar la tensión entre ellos dos con un cuchillo. Prefirió callarse y no echar más leña al fuego, aunque tenía muy  claro que a pesar de que Nadia y Teo no le ayudaran con Silvia y Aníbal, iba a hacer lo posible ella sola, por liberarlos.

       Ensimismados en la discusión, no se habían percatado de que alguien había       salido de la cámara de Sua. No se dieron  suficiente prisa en huir, e irremisiblemente se unió a Samanta, que se había quedado atrás, mientras la pareja regañaba…

                                 -    ¿Qué estáis haciendo aquí? -.

     Ella se volteó. Encapuchada como un Ser de Niebla, no sabía qué iba a decir.