“EN OTROS MUNDOS” (98)

    El lobo aclaró que la guerra había estallado entre el siniestro Sua y el Ser de Luz. Los Seres de Niebla lucharían a favor de Sua, y las luces que componen el Ser de Luz, combatirían por una nueva jurisdicción de las almas condenadas.

                -    Esto quiere decir, que según el régimen establecido, las almas de los que no se merecen algo mejor, no tendrán ese amargo final de convertirse en entes de humo y vaho que obedezcan una y otra vez, a los caprichos de Sua… Se les dará una nueva oportunidad en vida para que hagan las cosas bien; se reencarnarán en una nueva vida hasta que sepan valorarla y aprovecharla lo mejor posible, y sean capaces entonces de formar parte del Ser de Luz -, explicó el nuevo amigo de Samanta.
                                   -    ¿Y qué pasará entonces con Sua? -.
              -    Se quedará sólo y apartado. Sólo si toma una buena decisión, se le dará una nueva oportunidad también a él y volverá a ser algo como ser humano, sino desaparecerá y será como si nunca hubiera existido -, argumentó.

               Samanta por la nieve      Sami no estaba muy segura, pero si todo aquello era cierto, ella todavía no era un Ser de Niebla, y lucharía en el bando de los brillantes.
     Al fin y al cabo, se lo estaba contando todo un animal parlante que era la primera vez que veía… Estaba en el Averno: ¡Podía ser hasta el mismísimo Sua que se habría convertido en lobo!

                               -    A todo esto… ¿Quién eres tú? -, preguntó ella obtusa.
 

                           Lejos de contestarla, miró al cielo, y anunció entrecortadamente que se tenía que ir… La había acompañado durante todo el camino; parecía querer dejarla con Nadia.

                           La cabaña ante la que hablaban estaba cubierta de nieve…

“EN OTROS MUNDOS” (97)

    Lobo gris           Aprehendió de su espalda el Eje del Mundo, y se cercioró de que la lanza estaba afilada para combatir con el lobo, al cual Samanta no perdía de vista. Sin embargo, su atención se desvió hacia el cielo:

     Era como una bola de luz, como un enjambre de estrellas que zumbaban y volaban en dirección norte. Sami se quedó abstraída después de todo, pero recordando al lobo, bajó otra vez sus ojos, para confrontar que ya no estaba en el mismo lugar.

                     -    No tengas miedo, Samanta… No voy a atacarte, he venido para guiarte en este mundo de sombras: sé que quieres llegar hasta Nadia, y hasta ella te voy a llevar -.

                                               La chica se volteó, y vio sorprendida que quien le hablaba era ese lobo gris  al que había pensado aniquilar en un primer momento. Guardó de nuevo el arma, y se agachó para poder observarlo mejor.

              -    ¿Qué era esa cosa brillante del cielo? Oye,  no nos hemos visto antes, ¿sabes mucho más de mí? -, inquirió Samanta algo desorientada.
      bola de luz                  -    Esa cosa brillante, como la llamas tú, son Seres de Luz, que van a estacionarse en los umbrales del Averno…estamos en guerra con Sua y sus Seres de Niebla. Y sí, lo sé todo acerca de ti… -, dictó el lobo.

     Samanta meditaba si debía fiarse de él… Ojala que lo único que quisiera fuera servirla de guía, pero lo más común no era encontrar bienhechores por los límites del Averno.

                  Una guerra era siempre algo espantoso. No quería de ninguna forma correr al lado de Sua para combatir con los Seres de Niebla… Más tarde, ella preguntaría por la razón puntual de la movilización.

“EN OTROS MUNDOS” (96)

     Andando por la llanura sentía serenidad, y le parecía todo tan ridículo y pequeño como ella misma; mirando a las dos montañas entre las que paseaba con marcha firme, todo problema y obsesión se le iban olvidando como si se tratara de un mal sueño. Si no estuviera viviendo en una pesadilla que no acababa nunca, Samanta habría llenado de aire sus pulmones, y habría disfrutado extraordinariamente de aquella sin par travesía, percibiendo la agradable brisa que parecía soplar… y celebrando que sus mejillas se sonrojaran para cotejar su saludabilidad…

                  No quería acordarse de que su destino ya estaba escrito; que pronto sería un Ser de Niebla…

     Algo cayó sobre su cabeza… Se pasó la mano por el pelo, y era como polvo blanco que se deshacía… Lo miraba con incredulidad y desconfianza.  Copos en la nariz

                 Poco después, la misma materia se espolvoreaba por todo el valle, y lo hacía aún más precioso de lo que Sami anteriormente podría haber interpretado. El paisaje albo era de una belleza tal, que la nevada dejó a la chica asombradísima y embelesada, lo que no le satisfacía era el no poder sentir el tacto gélido de la nieve.

                                                Era como si la nieve fuese la prueba definitiva de que ella cada vez estaba más cerca de no ser ella misma. De todas formas, ahora ella se sentía arropada de ese candor níveo que cada vez hacía más difícil su avance a través de la llanada.

     Intentaba atrapar copos con la boca, hasta que creyó distinguir algo parecido a un gran lobo gris. Buscó rápidamente algún resguardo en la montaña, algo que pudiera protegerla de ese nuevo peligro.

“EN OTROS MUNDOS” (95)

    Todo él era una mueca de dolor, pero ni se quejaba… Tirso simuló que no le pasaba nada hasta que explotó en toses y graves carraspeos. Sami reconoció que después de esos síntomas, estaba ya próximo que éste se convirtiera en Ser de Niebla.

                   Se sintió tan incómoda que casi ni se dio cuenta de que su amigo se levantaba y salía corriendo de allí. Quiso seguirle, a pesar de que le advertía que no lo hiciera…  ¿Qué hago?

                           -    No vengas detrás de mí, por favor… ¡Déjame, déjame! -.

      No insistió más en ir con él, le hubiera gustado pensar que quería encontrar a Silvia; y así, los dos transitar por el Averno, ya no como dos almas solitarias, sino como dos espíritus reunidos en uno que buscasen su destino en la niebla que uno compartía con el otro. Hasta sentía un poco de envidia… Le habría gustado tanto que algo así le hubiera pasado a ella con su amor Fabio.

                  Samanta miró hacia delante… Quizá debería atravesar todo el valle para dar con el centro del Averno.

                             La realidad es que se iba a convertir en un Ser de Niebla solitario, y condenado a vagar por los Avernos a las órdenes del infernal Sua.

      Le daba mucha pena alejarse de Tirso, pero era lo que tenía que hacer aunque le fallaran las fuerzas; si éste se transformaba antes que ella, perdería la consciencia y la conciencia, y la haría sufrir con el látigo con el que se le dotaría, hasta que la animosidad y la esperanza que mantenían aún a Sami con apariencia humana se sofocasen para siempre, y la niebla y el humo matarían plenamente su esencia. Tirso pronto ya no sería Tirso…

                Su gran ilusión era volver a toparse con Nadia y con Teo.

“EN OTROS MUNDOS” (94)

     Que ese animal la devorase, no  le pareció un buen final, así que Samanta se centró en bucear más y más deprisa… Se acercaba… Era inevitable…

                 Cuando la mano de Tirso se sumergió… y ella se dejó atrapar justo en el momento en el que el pez abría su boca llena de dientes afilados para zampársela. Durante unos segundos, se quedó absorta mirando a su amigo; la había salvado de vagar una eternidad en las tripas de aquel prehistórico ejemplar.

                        Ya fuera del agua, Sami se fijó en el verdoso paisaje que la rodeaba, tan distinto al desértico que se había encontrado la primera vez que bajó al Averno.  En el lago

     Tirso se la llevó bajo unos árboles:

                     -    Gracias, Tirso… Si no hubiera sido por ti, esa horrible cosa me hubiera comido. ¿Y Silvia, quiero decir el Ser de Niebla? -.
                                                          -    Huyó, después de salvarme a mí… No obstante, lo hemos conseguido, la hemos traído al Averno, a su hogar -, dijo, agachando la cabeza.
                 -    ¡A propósito! ¿Estás seguro de que esto es el Averno? No sé, la temperatura aquí es tan agradable, ¿no nos habremos equivocado? -.

                  El otro la miró como si hubiera hecho la pregunta más tonta del mundo… Estaban en el Averno, sólo que estaban muertos y cada vez más cerca de convertirse en Seres de Niebla; lo que estaba cambiando era su percepción, su forma de ver y “no sentir” ningún mundo determinado. Se levantó luego, y contempló el horizonte.

                     Samanta mientras, se contestaba a sí misma. Notó algo extraño a  su compañero.

“EN OTROS MUNDOS” (93)

               Samanta sabía perfectamente que no podía hacer otra cosa que nadar; si paraba un momento para mirar otra vez a ese tremendo pez, no había duda en que la alcanzaría y se la tragaría. También podría probar a clavarle la lanza que llevaba a su espalda, pero era consciente de que no iba a poder hacerlo; no había tiempo para ensayos, ni experimentos…

                        No estaba dispuesta a acabar en la panza de aquel animal, pero lo cierto era que cada segundo que pasaba, lo tenía más cerca.

                                 -    Claro, es lógico que el bicho éste nade más rápido que yo… Él lleva desde que nació de entrenamiento, y yo solamente soy una voyeur del buceo…,- reflexionaba ella.

     Sin embargo, lo mejor sería que dejara de pensar idioteces, y se le ocurriera algo más práctico como por ejemplo, la forma de escapar de ese engendro acuático.

                        Desde arriba, Tirso no quitaba ojo del sufrimiento de su amiga. Estaba analizando la idea de distraer al pez, y que así Sami pudiera escabullirse de él; Tirso al rescate  si se duplicaban los objetivos del escualo, quizá aumentarían entonces sus confusiones, y podría salvarla de su vorágine, aunque sólo fuera temporalmente.
     Iba a nadar hacia allí a través de esas raras medusas, cuando de pronto la mano de Silvia, la mano del Ser de Niebla, atrapó desde el exterior del lago el cuello de Tirso, y lo encaramó hacia arriba. Samanta pudo verlo de reojo, y consideró que la única manera de salir de ese inmenso estanque, era que alguien te sacara de allí desde fuera. Uno, por sí solo, no podía hacer nada por abandonar esas aguas compactas.

“EN OTROS MUNDOS” (92)

     No se les ocurría cómo podrían salir del lago; Tirso, histérico como Samanta nunca le había visto, luchaba sin descanso contra el espeso parapeto que les retenía allí dentro; ella, asumida ya su impotencia, se fue buceando a seguir su investigación por el interior del lago.

           Banco de peces   Estaba acompañada de muchos peces de colores que nadaban por todo el territorio acuoso. Le recordó a los del acuario de su casa; eran muy pequeños al lado de éstos, pero unos y otros jugueteaban por igual, y más al sentirse observados por Sami.

           Envidiosa de sus retozos y travesuras, ella también quiso participar de sus extravagancias, así que se puso a perseguir a un banco de peces amarillos que giraban, daban vueltas, iban, venían y se dispersaban o se juntaban, como si fueran competidoras de natación sincronizada de las que desde fuera no se estuviera perdiendo detalle y se estuviera puntuando su habilidad y su perseverancia por realizar bellos movimientos y divertidas contorsiones.

                  Lo que no hubiera querido iba a cumplirse. No había pensado que nadie más podría unirse al juego, pero al volverse lo vio:           Pez enorme

                                           Era un pez monstruoso, con ojos hundidos y unas fauces tremendas; que parecía estar persiguiendo a Samanta porque tenía hambre. Su tamaño  era por lo menos de dos metros, y se acercaba a la chica rápidamente.      Sus pies pequeños y temblorosos casi lindaban con sus babas.

“EN OTROS MUNDOS” (91)

  Claro que le preocupaba quién pudiera ser ese chico que había visto en el Cementerio de Santa Catalina… además le había dado confianza, era como si ya se conocieran…

                Dedos de Tirso     Pero, Samanta ahora tenía otro motivo de desasosiego y agitación, y es que los dos, Tirso y ella, estaban debajo del agua. Sus movimientos eran acompasados y lentos, la resistencia del agua ralentizaba cualquier contorsión o inclinación que quisieran hacer.

                          Al estar muertos, no necesitaban oxígeno; podían estar debajo del agua todo lo que quisieran sin sentir absolutamente ninguna presión en el pecho, y sin temer que en cualquier momento no podrían respirar.

           Imitando a Tirso, se puso en horizontal, Buceando por el lago y bucearon por las calmadas aguas a la vez que investigaban en busca de respuestas sobre si el agujero les había llevado al Averno o a otro sitio recóndito para ellos. Llegaron casi hasta la superficie… era un lago… desde dentro del agua, podían ver el cielo azul y las nubes de algodón blanco.

                    Tirso hizo lo posible por salir del agua, pero la extensión era dura… como si estuviera recubierta de un espeso hielo translúcido relucidamente. Daba puñetazos a la superficie  con la intención de que se abriera, sin embargo era absurdo.
     Samanta también lo intentó con sus puños, incluso con el Eje del Mundo que aún llevaba a la espalda, pero tampoco. Además, la lanza se doblaba y pensó que fuera a quebrársele.

                       Estaban atrapados entre dos mundos. No podían volver porque el agujero se había cerrado, ni salir del agua para establecerse en el Averno.

“EN OTROS MUNDOS” (90)

    Samanta alargó el cuello todo lo que pudo, pero ya era demasiado tarde… Irrevocablemente, el agujero se la estaba tragando literalmente. No era su primera experiencia colándose hacia el Averno; esta vez todo era diferente, ella sabía que eso era lo que debía hacer… aunque por un momento, se sintió liviana e insegura…

                Entre los matorrales del cementerio le había parecido identificar a alguien que la estaba observando… Alguien desconocido para ella, alguien a quien nunca había visto.

                ¿Quién?             No salía de su asombro, cuando este desconocido salió de su escondite, y musitó nervioso:

              -    ¿Sami? No te vayas de nuevo, por favor…-.

                                                    …

     Antes de que ella pudiera responderle, como era de esperar, se hundió totalmente en el agujero, sin poder frenar su caída hacia el Averno. El anónimo muchacho parecía tenerla en gran estima, y mientras se desplomaba sólo esperaba que no se acercara demasiado al orificio de Sua, el cual lo atraería hacia sí  en milésimas de segundo.

     Al final del boquete oscuro estaba el carbonizado Tirso esperándola. El Ser de Niebla de Silvia se había escapado; la caja de cartón no había podido retenerla ya, y se hallaba rota y desvencijada en un rincón.

“EN OTROS MUNDOS” (89)

   Samanta se había sentado bajo el árbol como el otro había ordenado. El Ser de Niebla no tardó en fijarse en ella, y avanzó irrefrenablemente como si fuera un animal, que la quisiera devorar.

     Aunque todo estaba preparado, tembló y sintió como que moría por segunda vez, mientras el ente la atropellaba con su mirada mórbida y desagradable, y sacaba su látigo de acero.

    Cerró los ojos y no se levantó; ni siquiera trató defenderse. Oyó una queja gutural, y cuando de nuevo abrió los párpados lentamente, como con miedo hacia que algo hubiera salido mal, se encontró con que la caja había atrapado al Ser de Niebla. Tirso apareció con una sonrisa en los labios:

       agujero al Averno    -    ¡Ya está! Ahora sólo tenemos que colarla por el agujero de Sua, ¡y rápido! ¡La caja no va a resistir por mucho tiempo! -, exclamó.

     Samanta sacó fuerzas que nunca hubiera reconocido que tenía, y ayudó a su amigo a llevar al Ser de Silvia hasta el pasaje que les llevaría al Averno… El traslado fue lo más difícil; una vez hubieron llegado al agujero, esto mismo absorbió la caja como si nunca hubiera tenido otro objeto.

     Tirso gesticuló cortés invitando a Sami a que siguiera a la caja, pero ella declinó la  convidada:

                                -    Saltaré detrás de ti, Tirso -.

                Cuando Tirso botó hacia el Averno, ella pensó que ya nadie más estaba en esa dimensión… Solamente ella…

               Hasta que le pareció que algo se movía tras unos matorrales.

                                 tras el matorral