“EN OTROS MUNDOS” (93)

               Samanta sabía perfectamente que no podía hacer otra cosa que nadar; si paraba un momento para mirar otra vez a ese tremendo pez, no había duda en que la alcanzaría y se la tragaría. También podría probar a clavarle la lanza que llevaba a su espalda, pero era consciente de que no iba a poder hacerlo; no había tiempo para ensayos, ni experimentos…

                        No estaba dispuesta a acabar en la panza de aquel animal, pero lo cierto era que cada segundo que pasaba, lo tenía más cerca.

                                 -    Claro, es lógico que el bicho éste nade más rápido que yo… Él lleva desde que nació de entrenamiento, y yo solamente soy una voyeur del buceo…,- reflexionaba ella.

     Sin embargo, lo mejor sería que dejara de pensar idioteces, y se le ocurriera algo más práctico como por ejemplo, la forma de escapar de ese engendro acuático.

                        Desde arriba, Tirso no quitaba ojo del sufrimiento de su amiga. Estaba analizando la idea de distraer al pez, y que así Sami pudiera escabullirse de él; Tirso al rescate  si se duplicaban los objetivos del escualo, quizá aumentarían entonces sus confusiones, y podría salvarla de su vorágine, aunque sólo fuera temporalmente.
     Iba a nadar hacia allí a través de esas raras medusas, cuando de pronto la mano de Silvia, la mano del Ser de Niebla, atrapó desde el exterior del lago el cuello de Tirso, y lo encaramó hacia arriba. Samanta pudo verlo de reojo, y consideró que la única manera de salir de ese inmenso estanque, era que alguien te sacara de allí desde fuera. Uno, por sí solo, no podía hacer nada por abandonar esas aguas compactas.