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“EN OTROS MUNDOS” (100)

  A pesar de que se sintió llena de gozo al comprobar que era Nadia la que estaba entrando en la cabaña, guardó silencio y compostura hasta que la puerta se cerró, y los Seres de Niebla que la acompañaban continuaron su camino.

                      – ¡Nadia, que estoy aquí! -, exclamó Samanta, mientras se abrazaban.  Nadia y Sami

    

    Estaba emocionada, aunque no dejaba de preguntarse por qué había vuelto al Averno.

                        -    Lo que más deseabas era salir de este lugar infernal… Huiste con Aníbal, con Silvia, con La Niña, con Tirso… Entiende mi confusión, Sami -.

                             Le explicó que desde el momento en el que ella y Silvia habían sido absorbidas por el agujero de Sua, fueron castigadas a convertirse gradualmente en Seres de Niebla, que ni cómo pensaban todo se iba a invertir al pasar al mundo terrenal, por los anillos dimensionales del Ser de Luz.

                    -    ¿Y dónde están los demás? -, preguntó Nadia, buscando en todos los rincones de la casa.-    Bueno… Aníbal comenzó su metamorfosis a Ser de Niebla antes de salir de los aros; nos amenazaba a La Niña y a mí con devolvernos a Sua, y muy a mi pesar tuve que matarlo con esto, con un Eje del Mundo -, manifestó señalando la lanza que llevaba a su espalda.  

               Se imaginó ella sola que Silvia ya se habría transformado… Casi no podía creer que Tirso también fuera ahora un Ser de Niebla, y que La Niña hubiera perdido la facultad de verlos:

          -    Es muy triste lo de la chiquilla, pero es que ya no sois de su mundo… Habéis hecho bien en venir los tres al Averno… Tendrás que olvidarte de Tirso y Silvia, ya no son humanos -, dijo gimoteando.

“EN OTROS MUNDOS” (99)

 cabaña en la nieve  Samanta llamó a la puerta de la cabaña varias veces, pero nadie respondió allí dentro. Se volvió hacia el lobo, que la miraba como sin sorprenderse de que no hubiera nadie en esos instantes.

                   Lo que no hubiera vaticinado de ninguna forma, era que aquel zumbido al principio suave y después demoledor, cuando aquella mole de luces que había visto en el firmamento del camino, se ubicó justo encima de ellos, y que el lobo se elevara poco a poco, y se descompusiera en rayos y más rayos de luz pasando a formar parte de algo tan grandioso y bello.

                      -    ¡No te preocupes, Sami! ¡Nadia llegará cuando oscurezca, y te explicará lo que te he dicho! -, expresó el lobo antes de acuñarse con esa extraña nube.

        Poco después, el supuesto Ser de Luz y todas su amalgama brillante se dispersó en el cielo, y desapareció ante la vista de Samanta, dejando paso al atardecer.

     Se volteó de nuevo hacia la casa… Si en verdad era la de Nadia, no le iba a importar que ella entrara dentro; con estas pretensiones, Samanta se afilió por la ventana.

     Y sí, la decoración minimalista de aquella casa y los muebles tan meticulosos y escasos, no dejaban espacio para la duda:era la cabaña de Nadia.

           Samanta se sentó en el camastro que había al lado de la ventana por la que había saltado.

poca decoración

                  Completamente aburrida, urdió la almohada, y se tumbó boca arriba. Cerró los párpados en busca de sueños que la pudieran distraer; se dio cuenta de que los muertos como ella, no podían dormir y estaban condenados a una vigilia eterna de pesadillas… Hasta que oyó pasos fuera.

“EN OTROS MUNDOS” (98)

    El lobo aclaró que la guerra había estallado entre el siniestro Sua y el Ser de Luz. Los Seres de Niebla lucharían a favor de Sua, y las luces que componen el Ser de Luz, combatirían por una nueva jurisdicción de las almas condenadas.

                -    Esto quiere decir, que según el régimen establecido, las almas de los que no se merecen algo mejor, no tendrán ese amargo final de convertirse en entes de humo y vaho que obedezcan una y otra vez, a los caprichos de Sua… Se les dará una nueva oportunidad en vida para que hagan las cosas bien; se reencarnarán en una nueva vida hasta que sepan valorarla y aprovecharla lo mejor posible, y sean capaces entonces de formar parte del Ser de Luz -, explicó el nuevo amigo de Samanta.
                                   -    ¿Y qué pasará entonces con Sua? -.
              -    Se quedará sólo y apartado. Sólo si toma una buena decisión, se le dará una nueva oportunidad también a él y volverá a ser algo como ser humano, sino desaparecerá y será como si nunca hubiera existido -, argumentó.

               Samanta por la nieve      Sami no estaba muy segura, pero si todo aquello era cierto, ella todavía no era un Ser de Niebla, y lucharía en el bando de los brillantes.
     Al fin y al cabo, se lo estaba contando todo un animal parlante que era la primera vez que veía… Estaba en el Averno: ¡Podía ser hasta el mismísimo Sua que se habría convertido en lobo!

                               -    A todo esto… ¿Quién eres tú? -, preguntó ella obtusa.
 

                           Lejos de contestarla, miró al cielo, y anunció entrecortadamente que se tenía que ir… La había acompañado durante todo el camino; parecía querer dejarla con Nadia.

                           La cabaña ante la que hablaban estaba cubierta de nieve…

“EN OTROS MUNDOS” (97)

    Lobo gris           Aprehendió de su espalda el Eje del Mundo, y se cercioró de que la lanza estaba afilada para combatir con el lobo, al cual Samanta no perdía de vista. Sin embargo, su atención se desvió hacia el cielo:

     Era como una bola de luz, como un enjambre de estrellas que zumbaban y volaban en dirección norte. Sami se quedó abstraída después de todo, pero recordando al lobo, bajó otra vez sus ojos, para confrontar que ya no estaba en el mismo lugar.

                     -    No tengas miedo, Samanta… No voy a atacarte, he venido para guiarte en este mundo de sombras: sé que quieres llegar hasta Nadia, y hasta ella te voy a llevar -.

                                               La chica se volteó, y vio sorprendida que quien le hablaba era ese lobo gris  al que había pensado aniquilar en un primer momento. Guardó de nuevo el arma, y se agachó para poder observarlo mejor.

              -    ¿Qué era esa cosa brillante del cielo? Oye,  no nos hemos visto antes, ¿sabes mucho más de mí? -, inquirió Samanta algo desorientada.
      bola de luz                  -    Esa cosa brillante, como la llamas tú, son Seres de Luz, que van a estacionarse en los umbrales del Averno…estamos en guerra con Sua y sus Seres de Niebla. Y sí, lo sé todo acerca de ti… -, dictó el lobo.

     Samanta meditaba si debía fiarse de él… Ojala que lo único que quisiera fuera servirla de guía, pero lo más común no era encontrar bienhechores por los límites del Averno.

                  Una guerra era siempre algo espantoso. No quería de ninguna forma correr al lado de Sua para combatir con los Seres de Niebla… Más tarde, ella preguntaría por la razón puntual de la movilización.

“EN OTROS MUNDOS” (96)

     Andando por la llanura sentía serenidad, y le parecía todo tan ridículo y pequeño como ella misma; mirando a las dos montañas entre las que paseaba con marcha firme, todo problema y obsesión se le iban olvidando como si se tratara de un mal sueño. Si no estuviera viviendo en una pesadilla que no acababa nunca, Samanta habría llenado de aire sus pulmones, y habría disfrutado extraordinariamente de aquella sin par travesía, percibiendo la agradable brisa que parecía soplar… y celebrando que sus mejillas se sonrojaran para cotejar su saludabilidad…

                  No quería acordarse de que su destino ya estaba escrito; que pronto sería un Ser de Niebla…

     Algo cayó sobre su cabeza… Se pasó la mano por el pelo, y era como polvo blanco que se deshacía… Lo miraba con incredulidad y desconfianza.  Copos en la nariz

                 Poco después, la misma materia se espolvoreaba por todo el valle, y lo hacía aún más precioso de lo que Sami anteriormente podría haber interpretado. El paisaje albo era de una belleza tal, que la nevada dejó a la chica asombradísima y embelesada, lo que no le satisfacía era el no poder sentir el tacto gélido de la nieve.

                                                Era como si la nieve fuese la prueba definitiva de que ella cada vez estaba más cerca de no ser ella misma. De todas formas, ahora ella se sentía arropada de ese candor níveo que cada vez hacía más difícil su avance a través de la llanada.

     Intentaba atrapar copos con la boca, hasta que creyó distinguir algo parecido a un gran lobo gris. Buscó rápidamente algún resguardo en la montaña, algo que pudiera protegerla de ese nuevo peligro.

“EN OTROS MUNDOS” (95)

    Todo él era una mueca de dolor, pero ni se quejaba… Tirso simuló que no le pasaba nada hasta que explotó en toses y graves carraspeos. Sami reconoció que después de esos síntomas, estaba ya próximo que éste se convirtiera en Ser de Niebla.

                   Se sintió tan incómoda que casi ni se dio cuenta de que su amigo se levantaba y salía corriendo de allí. Quiso seguirle, a pesar de que le advertía que no lo hiciera…  ¿Qué hago?

                           -    No vengas detrás de mí, por favor… ¡Déjame, déjame! -.

      No insistió más en ir con él, le hubiera gustado pensar que quería encontrar a Silvia; y así, los dos transitar por el Averno, ya no como dos almas solitarias, sino como dos espíritus reunidos en uno que buscasen su destino en la niebla que uno compartía con el otro. Hasta sentía un poco de envidia… Le habría gustado tanto que algo así le hubiera pasado a ella con su amor Fabio.

                  Samanta miró hacia delante… Quizá debería atravesar todo el valle para dar con el centro del Averno.

                             La realidad es que se iba a convertir en un Ser de Niebla solitario, y condenado a vagar por los Avernos a las órdenes del infernal Sua.

      Le daba mucha pena alejarse de Tirso, pero era lo que tenía que hacer aunque le fallaran las fuerzas; si éste se transformaba antes que ella, perdería la consciencia y la conciencia, y la haría sufrir con el látigo con el que se le dotaría, hasta que la animosidad y la esperanza que mantenían aún a Sami con apariencia humana se sofocasen para siempre, y la niebla y el humo matarían plenamente su esencia. Tirso pronto ya no sería Tirso…

                Su gran ilusión era volver a toparse con Nadia y con Teo.

“EN OTROS MUNDOS” (94)

     Que ese animal la devorase, no  le pareció un buen final, así que Samanta se centró en bucear más y más deprisa… Se acercaba… Era inevitable…

                 Cuando la mano de Tirso se sumergió… y ella se dejó atrapar justo en el momento en el que el pez abría su boca llena de dientes afilados para zampársela. Durante unos segundos, se quedó absorta mirando a su amigo; la había salvado de vagar una eternidad en las tripas de aquel prehistórico ejemplar.

                        Ya fuera del agua, Sami se fijó en el verdoso paisaje que la rodeaba, tan distinto al desértico que se había encontrado la primera vez que bajó al Averno.  En el lago

     Tirso se la llevó bajo unos árboles:

                     -    Gracias, Tirso… Si no hubiera sido por ti, esa horrible cosa me hubiera comido. ¿Y Silvia, quiero decir el Ser de Niebla? -.
                                                          -    Huyó, después de salvarme a mí… No obstante, lo hemos conseguido, la hemos traído al Averno, a su hogar -, dijo, agachando la cabeza.
                 -    ¡A propósito! ¿Estás seguro de que esto es el Averno? No sé, la temperatura aquí es tan agradable, ¿no nos habremos equivocado? -.

                  El otro la miró como si hubiera hecho la pregunta más tonta del mundo… Estaban en el Averno, sólo que estaban muertos y cada vez más cerca de convertirse en Seres de Niebla; lo que estaba cambiando era su percepción, su forma de ver y “no sentir” ningún mundo determinado. Se levantó luego, y contempló el horizonte.

                     Samanta mientras, se contestaba a sí misma. Notó algo extraño a  su compañero.

“EN OTROS MUNDOS” (93)

               Samanta sabía perfectamente que no podía hacer otra cosa que nadar; si paraba un momento para mirar otra vez a ese tremendo pez, no había duda en que la alcanzaría y se la tragaría. También podría probar a clavarle la lanza que llevaba a su espalda, pero era consciente de que no iba a poder hacerlo; no había tiempo para ensayos, ni experimentos…

                        No estaba dispuesta a acabar en la panza de aquel animal, pero lo cierto era que cada segundo que pasaba, lo tenía más cerca.

                                 -    Claro, es lógico que el bicho éste nade más rápido que yo… Él lleva desde que nació de entrenamiento, y yo solamente soy una voyeur del buceo…,- reflexionaba ella.

     Sin embargo, lo mejor sería que dejara de pensar idioteces, y se le ocurriera algo más práctico como por ejemplo, la forma de escapar de ese engendro acuático.

                        Desde arriba, Tirso no quitaba ojo del sufrimiento de su amiga. Estaba analizando la idea de distraer al pez, y que así Sami pudiera escabullirse de él; Tirso al rescate  si se duplicaban los objetivos del escualo, quizá aumentarían entonces sus confusiones, y podría salvarla de su vorágine, aunque sólo fuera temporalmente.
     Iba a nadar hacia allí a través de esas raras medusas, cuando de pronto la mano de Silvia, la mano del Ser de Niebla, atrapó desde el exterior del lago el cuello de Tirso, y lo encaramó hacia arriba. Samanta pudo verlo de reojo, y consideró que la única manera de salir de ese inmenso estanque, era que alguien te sacara de allí desde fuera. Uno, por sí solo, no podía hacer nada por abandonar esas aguas compactas.

“EN OTROS MUNDOS” (92)

     No se les ocurría cómo podrían salir del lago; Tirso, histérico como Samanta nunca le había visto, luchaba sin descanso contra el espeso parapeto que les retenía allí dentro; ella, asumida ya su impotencia, se fue buceando a seguir su investigación por el interior del lago.

           Banco de peces   Estaba acompañada de muchos peces de colores que nadaban por todo el territorio acuoso. Le recordó a los del acuario de su casa; eran muy pequeños al lado de éstos, pero unos y otros jugueteaban por igual, y más al sentirse observados por Sami.

           Envidiosa de sus retozos y travesuras, ella también quiso participar de sus extravagancias, así que se puso a perseguir a un banco de peces amarillos que giraban, daban vueltas, iban, venían y se dispersaban o se juntaban, como si fueran competidoras de natación sincronizada de las que desde fuera no se estuviera perdiendo detalle y se estuviera puntuando su habilidad y su perseverancia por realizar bellos movimientos y divertidas contorsiones.

                  Lo que no hubiera querido iba a cumplirse. No había pensado que nadie más podría unirse al juego, pero al volverse lo vio:           Pez enorme

                                           Era un pez monstruoso, con ojos hundidos y unas fauces tremendas; que parecía estar persiguiendo a Samanta porque tenía hambre. Su tamaño  era por lo menos de dos metros, y se acercaba a la chica rápidamente.      Sus pies pequeños y temblorosos casi lindaban con sus babas.

“EN OTROS MUNDOS” (91)

  Claro que le preocupaba quién pudiera ser ese chico que había visto en el Cementerio de Santa Catalina… además le había dado confianza, era como si ya se conocieran…

                Dedos de Tirso     Pero, Samanta ahora tenía otro motivo de desasosiego y agitación, y es que los dos, Tirso y ella, estaban debajo del agua. Sus movimientos eran acompasados y lentos, la resistencia del agua ralentizaba cualquier contorsión o inclinación que quisieran hacer.

                          Al estar muertos, no necesitaban oxígeno; podían estar debajo del agua todo lo que quisieran sin sentir absolutamente ninguna presión en el pecho, y sin temer que en cualquier momento no podrían respirar.

           Imitando a Tirso, se puso en horizontal, Buceando por el lago y bucearon por las calmadas aguas a la vez que investigaban en busca de respuestas sobre si el agujero les había llevado al Averno o a otro sitio recóndito para ellos. Llegaron casi hasta la superficie… era un lago… desde dentro del agua, podían ver el cielo azul y las nubes de algodón blanco.

                    Tirso hizo lo posible por salir del agua, pero la extensión era dura… como si estuviera recubierta de un espeso hielo translúcido relucidamente. Daba puñetazos a la superficie  con la intención de que se abriera, sin embargo era absurdo.
     Samanta también lo intentó con sus puños, incluso con el Eje del Mundo que aún llevaba a la espalda, pero tampoco. Además, la lanza se doblaba y pensó que fuera a quebrársele.

                       Estaban atrapados entre dos mundos. No podían volver porque el agujero se había cerrado, ni salir del agua para establecerse en el Averno.