“EN OTROS MUNDOS” (12 + 1)

     Decidieron llevar mucha ropa de abrigo. Las noches empezaban a ser ya demasiado frescas, y ninguno de los tres quería aventurarse a caer enfermo. El viaje hasta el pueblo no iba a ser largo, pero no sabían cuánto tiempo les iba a llevar conocer sobre el desmayo de la madre de Silvia.  ovejas

 

     Nada más ponerse en marcha, en el camino encontraron un rebaño de ovejas; el pastor y su perro no estaban muy lejos. Samanta saludó al buen hombre enérgicamente, empero él ni se dignó a mirarla.

rebaño  pastor y perro

-         

 

 

               

                                  – Espero que no toda la gente del pueblo sea igual que éste -, farfulló molesta.

     A raíz de esto, Silvia y Tirso comenzaron a reír convulsivamente hasta que a Samanta se le notó verdaderamente molesta con tanto jolgorio.

               - Ya te lo expliqué, Sami. Ellos no pueden vernos; estamos en mundos paralelos, pero no los compartimos… -, fundamentó Tirso.

  - ¿Y por qué nosotros sí que podemos verlos a ellos? -.

                           - Somos nosotros los que estamos colados entre su mundo y el de los muertos, Samanta. Ya conociste a los Seres de Niebla, ellos son vasallos de Sua que desea nuestra alma para que aumente su poder; y si pueden nos detendrán para que él nos atrape y consiga tomarnos -, expuso la joven Silvia.

  - Eso ya lo entendí, pero… ¿no es cierto que estamos protegidos por el Ser de Luz? ¡No hay que preocuparse tanto, nos salvará -.

     Silvia asintió como inapetente de sus propias palabras, como si no estuviera completamente segura de lo que decía,  aturdida ya de tener que dar tantas aclaraciones. Señaló el hospital, habían llegado. hospital

    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

         Unos celadores charlaban animosamente

                      alejados de la entrada. No detuvieron a Tirso

                                     que atravesó una puerta sin miramientos, ni lo hubieran sospechado; no le veían. Las chicas le siguieron atolondradamente como si fueran fantasmas noveles.

“EN OTROS MUNDOS” (12)

     No obstante, quizá se le podría reprochar a Samanta que no estaba haciendo todo lo posible para convencer a su amiga de que no salieran del cementerio. El único que se mostraba en total desacuerdo, era Tirso, que profundamente enojado repetía que era un peligro salir de allí, y que debían esperar si acaso a que el Ser de Luz regresara a buscarlos para volver con él al mundo real, si era lo que procedía ciertamente…

             -    ¡Vosotras no sabéis lo que podéis encontrar fuera de aquí! ¡Y tú, Samanta… deja de animarla a que vayáis al pueblo! ¡No tienes ni idea! El pasar por esos agujeros dimensionales, no es siempre una salvación, no son siempre inofensivos… y cuando los atraviesas, nunca vuelves a ser el mismo -, disertó Tirso, muy preocupado.
                          -    Pero, Tirso… ¡No enredes! No estamos hablando de atravesar agujeros, estamos conversando sobre si bajamos al hospital del pueblo para ver lo que le pasó a la madre de Silvia -, manifestó Sami.

     Mientras los dos discutían, Silvia hacía tiempo que ya había resuelto que iba a visitar el hospital, y justo antes de entrar al mausoleo y preparar algunas pocas cosas para la caminata, dictaminó:

          -    Volveremos aquí, Tirso. Cuando sepa de mi madre, y pueda curarme de esta incertidumbre, tornaremos al camposanto -.

Sami explica

     Con estas sencillas palabras, dejó mucho más relajado a Tirso, que hasta entró sin más protestas al mausoleo para ayudar a Silvia con lo que deberían llevar.    

     Samanta estaba encantada con todo lo  que no fuera quedarse ahí estancados, y hacer nada más y nada menos que lo que se debiera, ya que la posibilidad de volver al mundo real no estaba abierta de momento. Por primera vez allí, se acordó de lo mal que lo debería estar pasando Fabio, al otro lado; desearía correr la suerte de Silvia, y verle a él, aunque no pudiera tocarlo, ni saber él que Sami estaba a su lado.

     Emprenderían el viaje esa misma tarde.

camino al pueblo 

“EN OTROS MUNDOS” (11)

     De pronto, un grito rompió la calma en el cementerio. Era Silvia, que desesperada, llamaba a Tirso.

     Samanta también se acercó sin perder tiempo, y comprendió que su amiga estuviera fuera de sí: su madre se había desplomado sobre la lápida, y su marido se esforzaba en reanimarla, aunque sus conatos no parecían ser efectivos. madre de SilviaSilvia quería ayudar a su padre, pero no podía tocar a ninguno de losdos,ni a uno, ni a la otra; la joven, Tirso y Samanta estaban viviendo en un mundo en paralelo, pero en ése en el que estaban, sólo tenían derecho a existir, a mirar pero no a tocar… no tenían derecho a influir de alguna forma, en el  presente del mundo real.

     Enseguida, llegó  una ambulancia que se llevó a la mujer al hospital del pueblo; su esposo la acompañaba cuando despertó.

      Los tres se miraban sin saber muy bien lo que había ocurrido. Entonces, Silvia sentenció:

            -    Yo voy al hospital, quiero saber lo que le ha  pasado -.

     Entre Samanta y Tirso intentaban  tranquilizar a la muchacha, no obstante su decisión parecía inamovible.

“EN OTROS MUNDOS” (10)

     El sol le hacía estar más contenta que de costumbre, y olvidar que se encontraba en un mundo que no era el suyo, en el cual no estaba sola, pero en el que no había nada por lo que realmente se quisiera quedar. Silvia se excusó y dejó a Samanta asolas con Tirso.
          

                   -    Este día merece que nos hayamos despertado, ¿eh, Tirso? -, rompió el hielo Samanta.
     Tirso no contestó, se limitó a asentir. No solía gustarle que le hablaran sólo por matar el tiempo, se le hacía ridículo si no había que contar nada interesante. Miró a Sami con cara de pocos amigos, y preguntó con una sonrisilla siniestra:

            -    ¿Sabes dónde ha ido Silvia? -.
                    -    No sé, me imagino que vendrá enseguida -.

            -    Me parece que eso no te lo ha contado. Hoy es Domingo por la mañana, y es en este día de la semana, temprano, cuando Silvia recibe la visita de sus padres… Siempre vienen los Domingos, está con ellos -, aclaró Tirso,

llorandomostrando el lugar donde Silvia se reunía con ellos.

     Samanta se fijó en ellos tres; la madre de Silvia lloraba desconsolada frente a una lápida, mientras ella estaba compungida y sin decir nada detrás de ella. Sami se volteó hacia Tirso, como buscando que éste le diera una explicación:
 

           -    Los padres de Silvia piensan que está muerta; por eso es que vienen a este cementerio a llorarla -, reveló él.

                    -    ¿Y siempre va a ser así? Eso es muy triste… -.
            -    ¡No hay elección! ¡Es así y ya está! Aquí por lo menos yo siempre voy a estar con ella, y puede ver a su familia de vez en cuando… Yo he viajado entre dimensiones, y créeme cuando te digo que esto es lo mejor para Silvia -.

                   -    ¡Ya, y también es lo mejor para ti, Tirso! ¡Por eso no te arriesgas a pasar a otros mundos hasta que deis con el vuestro…! ¡Te da miedo arriesgarte por si la pierdes! ¡Es como si tuvieras aquí prisionera a Silvia porque tú te has cansado de luchar! -, se sinceró Samanta muy excitada.

     Se fue airado, no soportaba por más tiempo que Sami le estuviera llamando cobarde y pusilánime.Todo se ofuscó como su mente y el cielo se llenó de nubarrones.

Tirso 2 

“EN OTROS MUNDOS” (9)

     En el dormitorio, Fabio estaba pensando que Samanta le había dejado; habían discutido esa misma tarde por lo que él calificaba como tonterías, pero quizá para ella no lo eran tanto, y por eso había tomado la determinación de largarse de su vida y de su corazón. Sus ojos estaban vidriosos, y aún permanecía en estado de shock cuando se dio cuenta de que todo allí estaba desordenado y revuelto, como si el forcejeo en aquella habitación hubiera sido algo recurrente.
     Además, los armarios de Sami estaban intactos; toda su ropa seguía allí, y lo que necesitaría en un día normal seguía ocupando su sitio ignorando dónde estaba su dueña. A Fabio se le quitó un peso de encima, cuando tomó conciencia de que su novia no podía haberle abandonado; aunque la sensación de plenitud duró poco, al reflexionar en que Samanta no se habría ido donde quiera que estuviese sin un relevante motivo, sin que la hubieran obligado a dejar el piso.
     Samanta no había tenido ni un segundo todavía para pensar en Fabio. Estaba tan cansada que se durmió en el regazo de Silvia, hasta que cuando hubo amanecido,  Tirso las llamó para que contemplaran el precioso día que se había levantado en el camposanto.

sol en el camposanto