“EN OTROS MUNDOS” (124)

    Así fue, Samanta caminaba entre los Gemelos; Nadia iba unos pasos atrás, cargando el “Eje del Mundo” y portando con sumo cuidado el saquito con la arena de Marte. Sami no podía ver bien y se cansaba a pesar de la poca distancia que habían recorrido, pero no quería admitir que quizá ella se había puesto en marcha demasiado pronto; no estaba recuperada de lo de la pérdida de su brazo.

             -    ¿Estás bien, Samanta? -, quiso saber el Gemelo más atento, dándose cuenta de que arrastraba los pies más de lo normal.

                       Empezó a ver dobles a los hermanos, y avanzó unos pocos metros hasta que todo adquirió un incómodo puntilleo que la hacía sentir como si fuera a  morir. Samanta cerró los ojos con la intención de que cuando volviera a abrirlos, esa sensación tan desagradable se hubiera esfumado; pero en lugar de ello, perdió el equilibrio, y si los Gemelos no la hubieran sujetado, hubiera acabado en el duro suelo.

                                      -    ¡Samanta, todavía no! Sé que te sientes débil ahora y con menos esperanzas cada vez, pero nos queda mucha lucha por delante… Ellos y yo, estamos tan condenados como tú a convertirnos en Seres de Niebla… es ahora cuando podemos combatirles y acabar con nuestra agonía en el Averno, siendo los esclavos de Sua… ¡Aportemos todo lo que podamos a la Luz! -, notificó Nadia, ayudándola a andar.

             -    ¡La Luz triunfará! ¡Victoria de la Luz para siempre! -, gritaban los otros muy exaltados.

     La oscuridad y la angustia la inundaban. Sami quiso hacer una pregunta que nadie supo revelar:

                                      -    ¿Y por qué no hay nieve aquí? -.

2 pensamientos sobre ““EN OTROS MUNDOS” (124)”

  1. Querida Pili

    Te saludo con un cariñoso beso. Creo que has entrado en una etapa en que la novela parece escribirse sola. Le falta aún un importante trabajo pero con mucha maestría haces intervenir a los elementos como si fueran protagonistas. Te repito una vez más que sabes mantener una energía y una intriga admirables

    Te quiero mucho

    Rik

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