Ante las miradas atentas de todos, Nadia abrió la cajita… Descubrió un pequeño saquito dorado, que no ocupaba más de la mitad de su mano.
- Lo sabía. No podía tratarse de otra cosa -, sentenció Nadia, conteniendo la respiración.
- Explícate mejor, por favor -, pidió Sami.
- Claro, claro, ahora mismo… Éste es un saquito de arena del “Desierto de Marte”, pero no es ni arena normal, ni un saquito como otros -.
- ¿Qué quieres decir, Nadia? -, increpó uno de los Gemelos.
- La arena de Marte es capaz de hacer visibles otra vez a los Seres de Niebla, y además puede ralentizar sus movimientos hasta que se vean anulados del todo, caigan al suelo y se rompan en añicos minúsculos, que se convertirán en abono para la tierra… Respecto al saquito dorado que es su continente, creemos que es el de un dios egipcio que lo hizo sin fondo para esconderse allí, tras las pillerías que había cometido con algunas aldeanas de la zona; y que para que los demás dioses no le encontraran, ni le castigasen… se las ingenió meiéndose en él -.
Fue la primera vez que Samanta sonreía en mucho tiempo. Fabio había regresado de su tumba para hacerle ese regalo, el que ayudaría a todos los partidarios de la Luz a acabar con los esbirros de Sua.
Ésta quería ir ya al terreno de la guerra, a pesar de seguir convaleciente, sin su brazo derecho. Era diferente; ahora se sentía con más fuerzas de las que creía tener.
Querida Pili,
Hace algunos intentos que no te habÃa podido comentar, aunque he seguido la historia de cerca. Este pequeño bodoque de arena es una esperanza deslumbrante en la trama, además muy actual por la cercanÃa -en teoria- que estamos teniendo con el planeta de Marte, lo que por momentos pensamos era producto de un sueño, se nos hace más familiar al relacionarlo con un tema de actualidad, y al mismo tiempo conecta Los otros Mundos reales y paranormales entre sÃ.
Un aplauso.
Es una buenÃsima apreciación, Beatriz. La verdad es que los sueños no están tan lejos como creemos. Muchos cariños.