Olvidar a sus amigos sería difícil para Samanta, aunque ahora debería centrarse en el Averno. Cuando Nadia le contó que Teo no volvería porque después de los latigazos, no resistió mucho tiempo y se convirtió en Ser de Niebla, abandonándola; no pudo evitar acordarse de Fabio, el cual no había corrido la misma suerte, pero que tras su suicidio pasó a formar parte del Ser de Luz… Sami suponía que ése sería su lugar, y por supuesto, también era un motivo para luchar al lado de la Luz.
- ¿De dónde vienes ahora, Nadia? -.
- Trabajos forzados, ya sabes… La construcción de los palacetes de Sua está parada de momento; los Seres de Niebla quieren estar preparados para la confrontación contra los Seres de Luz, y a los humanos del Averno nos retienen para fundir y perfeccionar sus armas -, reveló Nadia.
- ¿Pelearás a favor de los de Niebla, al lado de Sua? -, preguntó entristecida Samanta, como si el corazón se le hiciera añicos.
- Claro que no… No nos queda otra opción que ayudarles si no queremos que nos muelan a latigazos… Preferimos seguir aquí como esclavos a volvernos Seres de Niebla al contacto candente de los látigos con los que todo degenera más deprisa, pero no perteneceremos nunca a su bando mientras quede algo de humanidad en nosotros -.
Al terminar la exposición se levantó la camiseta, y dejó ver que el abdomen gangrenado que Nadia le había enseñado en su primera visita al Averno, seguía afectado, pero ya la mancha negra se extendía hasta sus axilas, por el pecho casi alcanzando el cuello, y principiaba ya a recorrer los muslos.