“EN OTROS MUNDOS” (88)

    Samanta y Tirso llegaron al Cementerio de Santa Catalina a la vez que el amanecer. Enseguida encontraron a la transformada Silvia, que entre tumba y tumba, iba y venía distraída y dispersa.

                       Tirso la contemplaba desde su negrura tan avanzada en completo silencio, admirándola y extrañándola, como si no fuera un Ser de Niebla; unas cuantas lápidas más atrás estaba allí abierto uno de los agujeros dimensionales de Sua por el que podía comunicarse con el Averno…

   Cementerio de Santa Catalina  Sin perder tiempo, su amigo comenzó a construir la trampa en uno de los árboles para que una caja de cartón cayera sobre Silvia, y así pudieran llevarla con ellos al Averno.

                     -    No sé cómo piensas que va a caer en algo tan burdo… -, confesó renegada Samanta.
                                   -    Lo pienso porque tú vas a hacer de cebo -, programó él.

                    Debía haberle trastornado un poco el revés que de él había hecho el látigo del Ser de Niebla; Sami se negó instantáneamente…

                          A él ya no iba a intentar atacarle, a Samanta seguramente querría ayudar a que se convirtiera  en un Ser de Niebla más rápidamente, queriendo borrar de un plumazo su apariencia humana. Por  más que le daba vueltas, no acertaba a contribuir con otra idea; así que agachó la cabeza, y no discutió más con Tirso.

     Miró al horizonte, y mentalmente se dejó arrastrar como si fuera un vegetal. Todo pintaba ya muy mal para ella… Sólo era un sacrificio más…

“EN OTROS MUNDOS” (87)

    Dudó durante unos minutos si su compañero había perdido el juicio. Estaba planteando a Samanta llevarse a Silvia, al Ser de Niebla, con ellos al Averno:

                                   Sami piensa que su amigo ha perdido la razón
     -    ¡No podemos secuestrarla así como así! ¡No es humana ya! Además… ¡Fíjate lo que te hizo, Tirso…!-.

             Él no atendía a razones; casi prefería los momentos en los que no mentaba a Silvia, y estaba en estado de shock.

            Sugería que después de aquel trasiego, el Ser de Niebla de Silvia habría ido a un sitio fidedigno para ella, seguramente al cementerio más cercano, al Camposanto de Santa Catalina, a dos kilómetros desde allí yendo hacia el Norte. Los cementerios le resultaban familiares, ya que en el de su pueblo era en el primero que se estableció con Tirso, desde que pasara confusa a otra dimensión.

                                -    Antes de que yo mismo me convierta en un Ser de Niebla y no pueda discernir lo que está bien de lo que está mal, tengo que llevarla al Averno, a donde debe estar… Y nosotros dos no tardaremos en convertirnos en lo que Silvia es ahora… y deberemos estar allí -, conjeturaba Tirso.

     Eran muy bonitas todas estas pretensiones… Pero no podía ser tan fácil capturar a un Ser de Niebla, aunque Sami estaba reflexionando en que quizá así sería más fácil dar  con el camino al Averno.

                    Estaban convencidos de poder hacerlo, y se pusieron en marcha hacia el cementerio pensando que era lo correcto.

“EN OTROS MUNDOS” (86)

     Nadie, ninguno de los que estaban por allá, se escandalizaron por el aspecto de Tirso…

              -    Claro, aún cuesta asumirlo, pero es que ninguno puede vernos -, manifestó Samanta.
                                  -    Eso es, Sami. Ocupamos el mismo espacio, pero seguimos en distinta dimensión. Ni nos ven, ni nos oyen… igual que La Niña, por eso huyó asustada. La echaré de menos -, continuó él.
     A la chica lo que le extrañaba es que no mencionara a Silvia… Fue a la que amó desde antes de saberlo, y ahora que era un Ser de Niebla, se convirtió en el verdugo de Tirso; era como si la hubiera borrado de la memoria.

     Samanta pensaba en que el mundo de los vivos había dejado de ser el suyo, y más después de que Fabio ya jamás iba a volver.

           -    No quiero seguir más aquí… Mi lugar ahora es el Averno, hice mal saliendo de allí. ¡Tenía que haberme quedado con Nadia y con Teo! -, reflexionó en voz alta.
                          -    Efectivamente vamos a volver al Averno, es la mejor opción para los dos… Pero, quítate de la cabeza que hiciste mal al escapar del monstruoso Sua; si cabía una pequeña posibilidad para huir, había que aprovecharla -.

 ¿Cómo volver al Averno?                                                         Tenía toda la razón. Ahora teníamos que pensar en cómo volver a ese infernal sitio, donde las libertades y las redenciones se veían coartadas y vulneradas por los deseos y los apetitos de Sua.