Antes de salir del agujero, cuando el Ser de Niebla desapareció, La Niña se molestó en recoger el Eje del Mundo, y llevársela consigo.
Cansadas por la prisa que se habían dado en escapar de allí, observaron cómo los anillos por los que habían pasado, se fueron esfumando progresivamente. Samanta estaba tan sofocada, que casi no podía creer que estuvieran ya fuera del Averno.
- ¿Dónde estamos? ¿Y Silvia y Tirso? -.
- No sé dónde estamos, exactamente, Sami… Tiene toda la pinta de ser un antro de mala muerte en el que la gente bebe, se droga y se mata sin conciencia ninguna. Creo que es el mundo real al que queríais llegar, pero resulta que está lleno de zombies narcotizados y viciosos, a los que en absoluto les importa si viven o mueren… Están vivos, sí; pero, su aprecio por la vida es ínfimo… -, confesó La Niña, mirando hacia otro lado.
Sin dejarla terminar, Samanta se giró hacia un pasillo, pensado que sería el que habrían de tomar para encontrar a Silvia y a Tirso. Caminaron por él sin más demora, al mismo tiempo que la chiquilla explicaba que en cuanto llegaron los tres, Silvia rápidamente quiso salir.
- ¿Y Tirso? -.
- Bueno… Él corrió detrás de ella, pero algunos de los zombies le reconocieron y le apartaron de ella… y de mí, claro; que decidí volver por si habías llegado con el pobre Aníbal… -.
Guardaron un minuto de silencio por Aníbal, y las dos atravesaron ese pasillo, que las separaba de la gente normal. Sami se preguntaba si a ella también la verían, si había llegado a la dimensión adecuada.