“EN OTROS MUNDOS” (7)

Tirso     Después se enteraría de que aquél que estaba dando la cara por ella frente a los fantasmas, era Tirso, el cual con voz autoritaria ordenó a los entes que se fueran  de allí, y dejaran en paz a Samanta:

     – ¡Dejadla en paz si no queréis que Él lo sepa! -.    

     Se apartaron temerosos poco a poco, y cuando todos los seres se marcharon, el hombre también se echó a un lado, dejando a la vista a una muchachita de unos quince años que se escondía tras él. Parecía débil y muy frágil, pero le habló con determinación:

Silvia

  -  Yo soy Silvia… Él es Tirso… Y hemos llegado aquí de la misma forma que tú, Samanta -.

  -    ¿Por un acuario? -, pregunté, menos consternada ya por no estar sola.

  -    No, yo llegué  por un agujero negro que se abrió en la pared, y a Tirso se le abrió uno igual entre unas rocas de un río… Quiero decir que los tres hemos llegado a este cementero a través de un agujero dimensional -, explicó Silvia.

  -    ¿Y también visteis al ser de luz y al monstruo de los ojos rojos peleando antes de venir aquí? -.

  -    Claro, pero primero vamos a curarte esos pies cortados y descalzos; te dejaré algo de ropa también… -, anunció mansamente.    

     Tirso había desaparecido, pero su nueva amiga le dijo que podía quedarse tranquila; que no era muy sociable, y casi siempre prefería la soledad a permanecer con ella. Silvia la invitó a que se fueran antes de que las entidades malignas volvieran por allí.