Ante transformación de La Niña, Silvia también se estremeció, pero se concentró en salvar a Samanta, que apresada por el agujero que la devoraba, lloraba y pedía socorro pertinazmente. Estiraba de sus manos con todas sus fuerzas, queriendo rescatarla; iba sintiendo que perdía los nervios, y su ímpetu iba decayendo.
Samanta era consciente de que no iba a aguantar mucho más, y le aconsejó a su amiga:
- ¡Asegúrate a lo que puedas, Silvia! ¡¡¡¡Cuando el agujero me trague, puede que se cierre o puede que te atraiga más enérgicamente!!! No lo sabemos… -.
No se equivocaba, fue absorbida antes de que dijera nada más. Como Sami había adelantado que quizá pasara, al tragársela, el agujero triplicó su atracción… A pesar de los intentos de Silvia por sujetarse a la mesilla, a las mantas, al colchón, a la cama, el orificio que crecía y crecía, acabó engulléndola a ella igualmente.
De pronto, alguien entró en la habitación: era Tirso, que no había podido llegar antes, y alertado por los gritos de Samanta, había acudido hasta allí con suma prisa. Tan sólo pudo mirarla a los ojos aterrorizados; el agujero se cerró, y empezó a decrecer hasta que desapareció absolutamente.
Tirso cayó abatido sobre sus rodillas, completamente compungido,
por no haber podido
hacer nada más.
Querida Pili
Me interesa muchÃsimo la novela, eso ya te lo he dicho y para no reiterar hasta el cansancio mis comentarios empecé a bajar a un archivo de Word desde la primnera entrega cuidando la ubicación de las fotografÃas ya que pienso que las imágenes tienen su peso y su importancia en el desarrollo dramático. Necesito a esta altura tener una visión global de la obra para darte una opinión más precisa.
Muchos besos