“EN OTROS MUNDOS” (19)

     Samanta notaba a la niña muy tensa. Lo ignoró sin embargo, y cuando estuvo al lado de su cama, la abrió descuidadamente.

                      -    ¿Lo ves? No hay agujeros que te quieran tragar, ni nada que te amenace -, aseguró a la  niña.
          -    Tienes que mirar bien, vuelve a fijarte, Sami -.

     Quizá había algo en la sábana que cubría el colchón, pero casi no era perceptible… Un momento, ese punto negro ahora tenía el diámetro de una quemadura de cigarro… sábana con punto negro   No, era más grande que mi mano… Era un agujero profundo, estaba creciendo…

     Asustada, cerró la cama y corrió hacia la  salida de la habitación sin desprenderse de la niña; la puerta se atrancó, impidiendo así que pudieran escapar. Samanta dejó a la pequeña en el suelo para seguir pretendiendo desatorar la puerta.
     Volvió a descubrirse la ropa de la cama, y una brisa seguida de un viento  ya no tan suave, para acabar con un aire huracanado, que no hacía otra cosa que atraer hacia sí todo aquello que en el cuarto no estuviera sujeto y subordinado a permanecer estable en su lugar, atrajo hacia el agujero dimensional a la infeliz de Samanta, que en un descuido había dejado de aferrarse al picaporte, impactada porque a la niña no le estaba afectando lo que estaba ocurriendo. Es más, ni siquiera parecía impresionada, y estaba impasible, ajena totalmente a todo lo que pasaba.

     El tremendo agujero iba engullendo a Samanta, mientras la niña la observaba sin ningún propósito de ayudarla. El agujero no era como aquél del principio, aquél creado por el Ser de Luz para que Sami escapara de Sua; éste no daba elección, la estaba absorbiendo.

                                     Samanta lucha por salir
      

     Hacía todo lo que podía por salir de allí… Se sentía impotente, incapaz y nula.