“EN OTROS MUNDOS” (104)

     Mientras ella volvía de sus obligaciones, Samanta la esperaba en la cabaña haciendo todo sin ser vista. A su vez, al pasar tanto tiempo sola y sin ningún entretenimiento, se dedicaba a meditar sobre lo que le había contado sobre la Luz y las Tinieblas.

                        Luz, Sol y Luna

                     La realidad es que no podía escapar de esa guerra… Hacía más de lo que pensaba, pero sólidamente recordaba su vida anterior, cuando pertenecía al caótico aunque palpable mundo real, cuando contemplaba los peces de su acuario y se preguntaba por su corta memoria, o si discutía con Fabio sobre si los gastos de ese mes eran más o menos abusivos… Ya, estaba en otra dimensión, y nada de eso importaba.

      Estaba muerta y sola… Lucharía al lado de la Luz, sí… Dudaba si así conseguiría el favor del Ser de Luz y la devolvería a la vida; meditaba que por lo menos debería intentarlo.

     Se planteó salir a buscar al Ser de Luz. Había prometido esperar a Nadia dentro; no iba a demorarse, volvería enseguida… Samanta sólo quería aclarar de qué lado pelearía, y salió cautelosa.

                                  No sirvió de nada todo el cuidado del mundo. Un grupo de Seres de Niebla ya la estaban esperando fuera, y se abalanzaron contra ella cuando todavía no había dado el segundo paso. Sami no era capaz de ver más allá de esas impávidas y flemáticas túnicas negras, y supo que desde que entró en el Averno estaban al corriente de que ella andaba por allí; la orden de Sua era que la recogieran y la llevaran a su fortaleza inacabada porque debía incorporar cuantos más mejor a su ejército del mal.