“EN OTROS MUNDOS” (31)

     Así era, estaban en el Averno, en uno de los mundos de Sua. Samanta y Silvia no recordaban haberse sentido tan saludablemente bien en sus vidas; eso de que estuvieran tan fuertes y sanas era algo temporal, ya que Sua, en su reino anárquico, solicitaba que sus trabajadores estuvieran rotundamente briosos para operar en la construcción de su nueva fortaleza, para que fueran resistentes a la depresión y la angustia que les iría corrompiendo por dentro… Una vez que la amargura y la ansiedad hubieran acabado con sus ganas de vivir, estarían entonces preparados para convertirse en Seres de Niebla, y sus almas pasarían definitivamente a ser del señor maléfico, del poderoso Sua.

                                     -    ¿Nos vamos a convertir en Seres de Niebla? -, quiso saber Sami.
                                                                -    Si no salimos de aquí, inevitablemente sí…-, contestó Aníbal, antes de que él, el coreano y el tercer individuo fueran separados de Samanta y Silvia.

     Los Seres de Niebla se llevaron a las chicas a una choza, que había cercana al edificio donde se suponía que iban a trabajar. Allí, les quitaron las cadenas y las dejaron solas. En una choza

           -    ¿Qué estará haciendo Tirso? -, rompió el hielo, Silvia.

     Ahora estaban solas ante lo que pasara; Samanta ignoró la pregunta, y continuó escrutando las cuatro paredes, que las aislaban del exterior.