La reconversión de Sua había sido tan impresionante que a Samanta no le reaccionaban las piernas. El monstruoso dragón miró con odio y resentimiento al Ser de Niebla por haber dejado que Aníbal escapara, y se acercó hasta él impetuoso; el ente se agachó sabiendo que por su error no le esperaba nada bueno, y el ser demoníaco e infernal abrió descompensadamente sus terribles fauces y comenzó a devorarlo lentamente como si fuera una boa descomunal.
Aníbal y Samanta estaban descolocados, pero esto, les daba un tiempo fabuloso para huir de la fortaleza… La puerta estaba cerrada… Intentaron desatrancarla sin éxito, así que decidieron subir por las escaleras, como habían hecho anteriormente los sujetos del sótano.
- ¡Deprisa, Sami! ¡Por aquí, por aquí! -.
Ya no podía correr más. Se le iba a salir el corazón por la boca… Tenían detrás al dragón, cuando ella empezó a sentir que no podía respirar, que no podía tomar aire. Sabía que entonces las fuerzas no debían flaquearle, y tenía que sacarlas de donde fuera.
Alcanzaron la azotea del edificio, pero allí ya sólo quedaban unos pocos; eran más de diez los que habían subido, y ahora estaban allí menos de cuatro.
Aníbal soltó a la chica, y fue a parlamentar con ellos a contrarreloj, antes de que el animal atípico coronara.
Querida Pili
El suspenso sigue:¿qué habrá pasado con el resto de los liberados? buen aspecto para descifrar en el siguiente capÃtulo. cada vez mejoras más el aspecto de la tensión que procrea suspenso, el lector siente el jalón entre un parrafo y otro, entre un capÃtulo y otro…siempre hacia adelante.
Un placer seguirte leyendo Pili.
Gracias, Beatriz. Es muy agradable para mà que me sigas leyendo. Todo ha quedado en puntos suspensivooooooos… Je je