Estaban en el Averno, el infierno residenciado de Sua y sus serviciales Seres de Niebla; de que estaban allí para convertirse en fantasmas no le cabía duda a Samanta. Incluida ella, había sentido como si algo la poseyera en múltiples ocasiones… Era como una presión en el pecho, como si algo se estuviera engendrando en su interior y quisiera salir…
Nadia se calmó, a pesar de que le escamaba que los Seres de Niebla pudieran descubrirlas juntas:
- Así es, Sami. Estamos en el Averno, uno de los tantos de Sua, uno de sus infiernos. Nuestra misión aquí es únicamente la de trabajar para acabar cuanto antes su fortaleza; ése debe ser nuestro OBJETIVO, es por eso que ni comemos, ni dormimos, ni sentimos dolor… Es para que nos concentremos en la construcción del edificio y en nada más -.
- ¿Y el dolor de Silvia y Aníbal cuando los Seres de Niebla les azotaron con esos látigos que parecían haces luminosos? -, preguntó Samanta, sabiendo que aquel sufrimiento había sido real.
- Esos látigos luminosos, además de los rifles paralizantes, es lo que tienen los Seres de Niebla para poder controlarnos, para que sus esclavos reaccionemos a sus órdenes, para que los consideremos nuestros dueños -.
- Y… nuestra llegada… Yo llegué al desierto de este sitio con Silvia porque nos absorbió un agujero negro… Nos encontramos a Aníbal y sus amigos, y después nos trajeron aquí a todos. Aníbal nos dijo que nos convertiríamos en Seres de Niebla si no encontrábamos otro agujero por el que poder escapar, ¿es cierto? -.
Nadia parecía desconcertada, a raíz de escuchar lo del agujero negro.
Pili,
Debe ser rarisimo no sentir ni hambre, ni sueño, dolor, comezón o sintomas fÃsicos, pero sentir pesar por el sufrimientos de otros, me encantan los vÃnculos de los personajes, de hecho me intrigan.
Te mando un abrazo