“EN OTROS MUNDOS” (101)

   Olvidar a sus amigos sería difícil para Samanta, aunque ahora debería centrarse en el Averno. Cuando Nadia le contó que Teo no volvería porque después de los latigazos, no resistió mucho tiempo y se convirtió en Ser de Niebla, abandonándola; no pudo evitar acordarse de Fabio, el cual no había corrido la misma suerte, pero que tras su suicidio pasó a formar parte del Ser de Luz… Sami suponía que ése sería su lugar, y por supuesto, también era un motivo para luchar al lado de la Luz.

          -    ¿De dónde vienes ahora, Nadia? -.
                     Esclavitud de los humanos  -    Trabajos forzados, ya sabes… La construcción de los palacetes de Sua está parada de momento; los Seres de Niebla quieren estar preparados para la confrontación contra los Seres de Luz, y a los humanos del Averno nos retienen para fundir y perfeccionar sus armas -, reveló Nadia.
         -    ¿Pelearás a favor de los de Niebla, al lado de Sua? -, preguntó entristecida Samanta, como si el corazón se le hiciera añicos.

                     -    Claro que no… No nos queda otra opción que ayudarles si no queremos que nos muelan a latigazos… Preferimos seguir aquí como esclavos a volvernos Seres de Niebla al contacto candente de los látigos con los que todo degenera más deprisa, pero no perteneceremos nunca a su bando mientras quede algo de humanidad en nosotros -.

                  Al terminar la exposición se levantó la camiseta, y dejó ver que el abdomen gangrenado que Nadia le había enseñado en su primera visita al Averno, seguía afectado, pero ya la mancha negra se extendía hasta sus axilas, por el pecho casi alcanzando el cuello, y principiaba ya a recorrer los muslos.

“EN OTROS MUNDOS” (100)

  A pesar de que se sintió llena de gozo al comprobar que era Nadia la que estaba entrando en la cabaña, guardó silencio y compostura hasta que la puerta se cerró, y los Seres de Niebla que la acompañaban continuaron su camino.

                      – ¡Nadia, que estoy aquí! -, exclamó Samanta, mientras se abrazaban.  Nadia y Sami

    

    Estaba emocionada, aunque no dejaba de preguntarse por qué había vuelto al Averno.

                        -    Lo que más deseabas era salir de este lugar infernal… Huiste con Aníbal, con Silvia, con La Niña, con Tirso… Entiende mi confusión, Sami -.

                             Le explicó que desde el momento en el que ella y Silvia habían sido absorbidas por el agujero de Sua, fueron castigadas a convertirse gradualmente en Seres de Niebla, que ni cómo pensaban todo se iba a invertir al pasar al mundo terrenal, por los anillos dimensionales del Ser de Luz.

                    -    ¿Y dónde están los demás? -, preguntó Nadia, buscando en todos los rincones de la casa.-    Bueno… Aníbal comenzó su metamorfosis a Ser de Niebla antes de salir de los aros; nos amenazaba a La Niña y a mí con devolvernos a Sua, y muy a mi pesar tuve que matarlo con esto, con un Eje del Mundo -, manifestó señalando la lanza que llevaba a su espalda.  

               Se imaginó ella sola que Silvia ya se habría transformado… Casi no podía creer que Tirso también fuera ahora un Ser de Niebla, y que La Niña hubiera perdido la facultad de verlos:

          -    Es muy triste lo de la chiquilla, pero es que ya no sois de su mundo… Habéis hecho bien en venir los tres al Averno… Tendrás que olvidarte de Tirso y Silvia, ya no son humanos -, dijo gimoteando.

“EN OTROS MUNDOS” (99)

 cabaña en la nieve  Samanta llamó a la puerta de la cabaña varias veces, pero nadie respondió allí dentro. Se volvió hacia el lobo, que la miraba como sin sorprenderse de que no hubiera nadie en esos instantes.

                   Lo que no hubiera vaticinado de ninguna forma, era que aquel zumbido al principio suave y después demoledor, cuando aquella mole de luces que había visto en el firmamento del camino, se ubicó justo encima de ellos, y que el lobo se elevara poco a poco, y se descompusiera en rayos y más rayos de luz pasando a formar parte de algo tan grandioso y bello.

                      -    ¡No te preocupes, Sami! ¡Nadia llegará cuando oscurezca, y te explicará lo que te he dicho! -, expresó el lobo antes de acuñarse con esa extraña nube.

        Poco después, el supuesto Ser de Luz y todas su amalgama brillante se dispersó en el cielo, y desapareció ante la vista de Samanta, dejando paso al atardecer.

     Se volteó de nuevo hacia la casa… Si en verdad era la de Nadia, no le iba a importar que ella entrara dentro; con estas pretensiones, Samanta se afilió por la ventana.

     Y sí, la decoración minimalista de aquella casa y los muebles tan meticulosos y escasos, no dejaban espacio para la duda:era la cabaña de Nadia.

           Samanta se sentó en el camastro que había al lado de la ventana por la que había saltado.

poca decoración

                  Completamente aburrida, urdió la almohada, y se tumbó boca arriba. Cerró los párpados en busca de sueños que la pudieran distraer; se dio cuenta de que los muertos como ella, no podían dormir y estaban condenados a una vigilia eterna de pesadillas… Hasta que oyó pasos fuera.