“EN OTROS MUNDOS” (75)

     Antes de salir del agujero, cuando el Ser de Niebla desapareció, La Niña se molestó en recoger el Eje del Mundo, y llevársela consigo.

                   Cansadas por la prisa que se habían dado en escapar de allí, observaron cómo los anillos por los que habían pasado, se fueron esfumando progresivamente. Samanta estaba tan sofocada, que casi no podía creer que estuvieran ya fuera del Averno.

                 -    ¿Dónde estamos? ¿Y Silvia y Tirso? -.

                                      -    No sé dónde estamos, exactamente, Sami… Tiene toda la pinta de ser un antro de mala muerte en el que la gente bebe, se droga y se mata sin conciencia ninguna. Creo que es el mundo real al que queríais llegar, pero resulta que está lleno de zombies narcotizados y viciosos, a los que en absoluto les importa si viven o mueren… Están vivos, sí; pero, su aprecio por la vida es ínfimo… -, confesó La Niña, mirando hacia otro lado.
     Sin dejarla terminar, Samanta se giró hacia un pasillo, pensado que sería el que habrían de tomar para encontrar a Silvia y a Tirso. Caminaron por él sin más demora, al mismo tiempo que la chiquilla explicaba que en cuanto llegaron los tres, Silvia rápidamente quiso salir.

                             -    ¿Y Tirso? -.

                                            -    Bueno… Él corrió detrás de ella, pero algunos de los zombies le reconocieron y le apartaron de ella… y de mí, claro; que decidí volver por si habías llegado con el pobre Aníbal… -.

                 Guardaron un minuto de silencio por Aníbal, y las dos atravesaron ese pasillo, que las separaba de la gente normal. Sami se preguntaba si a ella también la verían, si había llegado a la dimensión adecuada.
                     

                     Adelante

                

“EN OTROS MUNDOS” (74)

      Cuando Samanta ya lo veía todo negro, sintió que la apretadura de su cuello se aflojaba, y que el Ser de Niebla se estaba desvaneciendo. Habían sido sus últimos coletazos antes de expandirse una gran humareda por todo el pasillo; toda esa neblina que las cubría y las quemaba, aunque cada vez más levemente a La Niña y a ella, se fue extinguiendo poco a poco, hasta que un horripilante aullido del ente, certificó su deseada desaparición.

                     Las dos se fusionaron en un afectuoso y cariñoso abrazo que no alargaron, puesto que el agujero dimensional aún continuaba derrumbándose, y debían correr hacia la salida si querían salvarse.

                         -    ¿Seguro que hemos acabado con el Ser de Niebla? -, inquirió Samanta, mientras se impulsaba fuera del socavón.
                                      -    Le has clavado uno de los Ejes del Mundo… Es lo único que puede dar muerte a un Ser de Niebla -.

                  La joven no podía pensar en otra cosa que no fuera la pena por Aníbal; era un mentiroso, un traidor y un oportunista, pero durante ese tiempo en el que habían compartido sus ganas por escapar de Sua, a Samanta le parecía que había cambiado y que era un hombre nuevo. Hasta que ocurrió lo peor que podía pasarle y se convirtió en Ser de Niebla…

                    También estaba muerta, según Aníbal… La aterraba tener el mismo final…

                                          Estaban a salvo, pero Sami no entendía el porqué de aquella música repetitiva y pertinaz que se escuchaba.

                        a salvo

“EN OTROS MUNDOS” (73)

     Apenas podía sujetarla, pero lo que La Niña le había ofrecido era una lanza de doble filo mortalmente afilada.

         Punta de la lanza A pesar de que no era probable matar a alguien que ya estuviera muerto, Samanta iba a intentar clavársela al Ser de Niebla, no objetando la insistencia de la pequeña.

                         -    ¡Puedes hacerlo, Sami! ¡No dejes que nos devuelva al Averno! ¡Tienes que acabar con él! -, chillaba La Niña.

   

                 El látigo del cuello la exprimía más y más y el aire ya dejó de circular por su cuerpo, pero Samanta no se sintió fallecer como era de esperar. Recordó que había sentido lo mismo cuando aún Aníbal, le empujó de lo más alto de la fortaleza de Sua, y poco antes éste le había confiado que estaba muerta.
     Reparó en que sus músculos se llenaban de energía y los nervios de brazos y piernas se tensaban armoniosamente… Y, cuando se creyó preparada, le lanzó al ente su arma arrojadiza en medio de la cara, en donde deberían estar los ojos y la nariz.

                                             Samanta espera resultados
             

                        Samanta no estaba segura de que fuera a funcionar…

                           -    No es una lanza normal… Es uno de Los Ejes del Mundo… No puede ser que no sirva contra él… El Ser de Luz me lo dio antes de que bajáramos a encontraros para que pudiéramos defendernos si pasaba algo parecido…  ¡No puedo entenderlo! -.

                                    El cordel de cuero que aprisionaba la garganta de la chica cada vez brillaba y se encendía más, y desalentada ella, se dejó sumisa, para que el Ser de Niebla pudiera hacer de ella lo que quisiera.

“EN OTROS MUNDOS” (72)

     El Ser de Niela entonces, no dejaba pasar a Samanta, que hacía bastante con tenerse en pie dentro del tembloroso terreno. El ente había sacado ya su cruel látigo, y primeramente había enroscado el cuello de la joven para acercarla hasta él.

           -    ¡No vas a escapar de Sua, Samanta! Ahora vamos a volver con él al Averno -, mencionó el Ser, riéndose a carcajadas después.

                         Medio estrangulada, no podía casi oír nada, pero juraría que junto al estruendo de los aros del pasillo al desmoronarse, estaba oyendo una suave y fina voz que la estaba animando a que no se rindiera. Sami miró hacia abajo buscando a quien la estaba espoleando:

                         -    ¡Sami, por favor! ¡Sami, no flaquees ahora! -.

  La Niña en el agujero   Ahí abajo plantada, estaba La Niña. A la muchacha le emocionó que hubiera ido  hasta allí para salvarla, pero tenía que protegerse a sí misma y salir a toda prisa de ese agujero, dejando a Samanta que cada vez notaba su garganta más presionada.                                              Quería gritarle que tenía que ir con Tirso y Silvia, no obstante le era imposible… Se estaba asfixiando y los ojos estaban a  punto de saltársele de las cuencas.
     Ya pensaba que estaba todo perdido, cuando La Niña sacó algo de detrás de su espalda, y poniéndose de puntillas, con gran esfuerzo, consiguió entregárselo a Samanta.