“EN OTROS MUNDOS” (61)

    El sufrimiento de Teo

                        Las tres sufríamos ante lo que el Ser de Niebla estaba haciéndole al abatido Teo, pero Nadia estaba realmente apesadumbrada pidiendo piedad por el que era su amado, su amigo, su compañero en el Averno, su consejero, su salvador, su ángel… No había nada que hacer; el ente seguía hostigándolo con su látigo.

                Silvia tenía la mirada gacha, y Samanta impotente, miraba hacia otro lado, compungida por aquella horrible visión. Los antiguos cautivos las rodeaban, y no se atrevía ninguno a enfrentarse con el ente para salvar al Detalladero.

                   Para sorpresa de todos, alguien dio un paso al frente: era Aníbal, que firme y autoritario, ordenó al Ser de Niebla que dejara a su torturado ya. El ser Se va inhumano pareció reprobar lo que le decía, y aunque no le gustó tener que dejar a medias lo que había empezado, guardó el látigo entre sus ropas de nuevo, y se fue saltando por encima de todos ellos.

     Sin antes no hacerle una carantoña a Silvia, corrió con Nadia a auxiliar a Teo. Sami aún estaba muy impresionada, y para cuando pudo reanimarse, vio que entre los dos habían levantado al herido, y poco a poco le guiaban hasta la salida de la fortaleza.

                             Aníbal susurró algo a mi amiga, y enseguida Silvia ocupó su lugar a la derecha de Teo, ayudándole a caminar. Ellos salieron… Samanta se retrasó con todos los demás expresidiarios, con el objeto de adivinar qué era eso tan urgente que Aníbal había tenido que ir a hacer en una de las habitaciones.

     Sin embargo, algo más estaba por ocurrir… Como un enjambre de abejas, los liberados por Teo, empezaron a revolotear histéricos por todos lados; chillaban, lloraban agitados, berreaban perturbados, gemían trastornados, gimoteaban frenéticos…

“EN OTROS MUNDOS” (60)

     Teo dio un par de vueltas por el calabozo del coreano, con la esperanza de encontrarlo agazapado de la misma forma que habían encontrado a Silvia, pero tenía que considerar también que hubiera sido demasiado tarde para él.

                                        calabozo del coreano

     Decidido a marcharse, cuando ya estaba a punto de pasar el umbral, algo, hombre o no, se le abalanzó desde el techo. No tenía cuerpo, sólo era humo y vapor negro bajo unas oscuras y foscas vestimentas, que él conocía muy bien.

     Ahí forcejeando con el turbio personaje, Teo sabía que ya no era el coreano, que se había convertido ya en lo que todos querían evitar, en un Ser de Niebla.

     El monstruo emitió un rugido inaudible y terrible, y se puso de pie delante de Teo que no había tenido oportunidad de levantarse del suelo.  Hasta allí llegó Nadia preocupada por el escándalo; Samanta y Silvia le seguían de cerca.

     La escena que iban a presenciar era un secreto a voces. El Ser de Niebla ya había desplegado su látigo luminoso, y estaba dispuesto ya a probar su efectividad en la piel de su víctima, que suplicaba que no le hiciera daño.

                       -    ¡Es un Detalladero al servicio de tu jefe Sua! ¡¡¡Déjalo!!! , exclamó Nadia, hincada de rodillas en el piso.

     El Ser de Niebla frenó sus malévolas intenciones por un momento, como pensando lo que la mujer le había dicho… No debió convencerle mucho la razón que le daba para que parase su afrenta, y agarró con fuerza el látigo levándolo, para que luego cayera con potencia sobre el indefenso Teo… Una y otra vez, y otra… y otra vez… y tantas, que la ropa de Teo, estaba toda hecha jirones, y la sangre salpicaba las paredes, a la vez que sus gritos de dolor eran cada vez más débiles.

“EN OTROS MUNDOS” (59)

     Entonces, Samanta y Nadia se dieron cuenta también del hallazgo de su compañero… Fue él, quien destapó lo que había debajo de esas ropas:  

 Silvia desesperada Era Silvia, que hecha un ovillo, temblaba y gimoteaba, mientras los demás inspeccionaban que esa especie de gangrena que iba minando su espíritu, se iba expandiendo por todos los rincones de su cuerpo.

                  -    Pronto dejará de ser humana, para convertirse en un Ser de Niebla… La oscuridad se la va comiendo, literalmente -, sentenció Nadia, sin que Silvia la oyera.
                             -    Pero… tú también estás infectada de “esta cosa”, y cuando saliste de aquí dejó de crecer… Cierto es que está mucho más contaminada que tú… No importa, sacaremos de aquí a Silvia, ella se repondrá; además la llevaremos con Tirso y saldremos del Averno de Sua para siempre -, le farfulló Sami algo nerviosa.

                                        Con todo, Teo equiparó que lo mejor era no perder más tiempo, y a la vez que las tres fueran reaccionando ir sacando él a los otros sujetos de sus calabozos con la llave maestra. Ninguna cerradura se le resistía; todos salían, tristes pero esperanzados ante los ánimos que les daba de que fuera podrían combatir sus heridas corrompidas. cerraduras de los calabozos
     Había liberado ya a más de cuarenta, pero cuando llegó a donde estaba encerrado el coreano, el amigo de Aníbal, la llave no funcionaba; la cerradura estaba como atrancada… Forcejeando y batallando contra la puerta, Teo se estaba empezando a desesperar.

                                        En el último segundo antes de que lo dejara por imposible, la puerta cedió. El coreano, como los otros cautivos que estaban deseando escapar, no estaba detrás de la puerta esperando a que Teo abriese la puerta.