“EN OTROS MUNDOS” (6)

      Acurrucada bajo los macizos árboles, Samanta contuvo la respiración al escuchar murmullos en la noche; eso  quería decir que no estaba sola en ese cementerio nebuloso. Se colocó tras unos matorrales, y pudo comprobar cómo unos seres borrosos, como de humo, se reunían en la espesura, citados en ese lugar lúgubre y tétrico.

seres de niebla    
 
Los extraños seres se saludaban entre ellos y hablaban en una jerga completamente ininteligible e incoherente; pero, se podía percibir que entre ellos había una compenetración casi mística, un calor y una compatibilidad espirituales, que hacían dudar a Samanta, si debía continuar observándoles, o estaba violando el código secreto de alguna cofradía que tuviera algo inquietante que esconder.

     Mientras Samanta sufría las inclemencias del tiempo y los roces con piedras y ramitas secas en sus pies descalzos y heridos, los entes vaporosos flotaban en el aire con maestría y prepotencia, como si hacer uso de las piernas fuera algo antediluviano y prehistórico. Ella se quejó una sola vez suavemente, pero esto fue suficiente, para que una de las entidades se diera cuenta de que tenían compañía, y señalara el lugar donde se ocultaba la muchacha.      Salió corriendo, pero todos la perseguían como una jauría de perros rabiosos, hasta que Samanta cayó al suelo y rezó sus oraciones para que los entes que se acercaban amenazantes se evaporaran. No pasó nada de eso, y uno de los seres transparentes se agachó ante ella; pero, entonces apareció un hombre fuerte y osadamente templado, al que todos miraban con abnegación.

3 pensamientos sobre ““EN OTROS MUNDOS” (6)”

  1. Abrazos y besos para todos. Anhelo que el 2009 sea para vosotros todo lo que necesiteis para continuar felizmente con vuestra vida, incluso mucho más de lo que querais conseguir.

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