“EN OTROS MUNDOS” (92)

     No se les ocurría cómo podrían salir del lago; Tirso, histérico como Samanta nunca le había visto, luchaba sin descanso contra el espeso parapeto que les retenía allí dentro; ella, asumida ya su impotencia, se fue buceando a seguir su investigación por el interior del lago.

           Banco de peces   Estaba acompañada de muchos peces de colores que nadaban por todo el territorio acuoso. Le recordó a los del acuario de su casa; eran muy pequeños al lado de éstos, pero unos y otros jugueteaban por igual, y más al sentirse observados por Sami.

           Envidiosa de sus retozos y travesuras, ella también quiso participar de sus extravagancias, así que se puso a perseguir a un banco de peces amarillos que giraban, daban vueltas, iban, venían y se dispersaban o se juntaban, como si fueran competidoras de natación sincronizada de las que desde fuera no se estuviera perdiendo detalle y se estuviera puntuando su habilidad y su perseverancia por realizar bellos movimientos y divertidas contorsiones.

                  Lo que no hubiera querido iba a cumplirse. No había pensado que nadie más podría unirse al juego, pero al volverse lo vio:           Pez enorme

                                           Era un pez monstruoso, con ojos hundidos y unas fauces tremendas; que parecía estar persiguiendo a Samanta porque tenía hambre. Su tamaño  era por lo menos de dos metros, y se acercaba a la chica rápidamente.      Sus pies pequeños y temblorosos casi lindaban con sus babas.