“EN OTROS MUNDOS” (67)

    Samanta estaba cayendo al vacío desde lo más alto de la fortaleza. De espaldas al suelo, sólo podía ver a Aníbal que también se preparaba para saltar.

                                          Aníbal a punto de saltar

                    ¿Podría ser cierto eso que le dijo antes de despedirla de que ya estaban muertos? No tenía ninguna duda en que era por eso por lo que él había llegado al Averno, pero lo de Sami había sido distinto. Ésta había sido absorbida por el agujero negro de Sua… Quizá Aníbal tenía razón y eso era suficiente como para que la vida, tal y como la conocemos, hubiera llegado a su fin.

     Aunque fuera un error pensar en ello, estaba a punto de estrellarse contra el suelo, y su muerte era obvia en unos pocos segundos.

                  Después de llegar a la conclusión de que ya todo era igual, Samanta se puso a gritar perdida ya toda esperanza. Cerró los ojos y esperó que el golpe de su caída, pese a que irremediablemente fuera mortal, no fuera tan intenso como para no poderlo soportar.

                   Su corazón se había acelerado y estaba dándole una taquicardia. Se preparó para lo peor, ya que no podía hacerlo para otra cosa. No le quedaban ya más de diez metros para que se rompiese contra el suelo, y Sami cerró los ojos proyectando que no los iba a abrir de nuevo.

     El roce de su piel con el aire no la dejaba huir de su fatal designio. Nada la haría despertar de esta fatal pesadilla… No habría más tiempo de pensar, nunca habría ninguna opción para salir de allí… Las imágenes  de su vida se iban agolpando en su psique; hasta que todo se bloqueó y se tiñó de oscuridad…

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