“EN OTROS MUNDOS” (127)

     Efectivamente, alguien se acercaba a Samanta a toda velocidad; no eran ni Nadia, ni los Gemelos…  Era alguien o algo que había salido de entre las llamas, a quien su vista no lograba precisar, aunque su instinto le hacía presentir amenazante.

          Corría hacia la frágil Sami, emitiendo un grito gutural y bronco. Y ella se convenció de que fuera lo que fuese “no iba en son de paz” hacia ella. Además, llevaba los brazos levantados, y sujetaba lo que a la chica le parecía una tosca y ruda espada, que la estaba señalando como su próxima víctima.

               Aterrorizada    No se quedó allí esperando, pero el fatal personaje la persiguió por todos los pasillos en los que el fuego lindaba con sus pequeños y sencillos pies. Al llegar a la encrucijada, Samanta pensó que había perdido a su atacante… Sin embargo, en uno de los lados, las llamas se aplacaron para dejar paso a su temible cazador; que era uno de los Seres de Niebla, el cual toleraba perfectamente las llamas de ese implacable incendio provocado por Sua.

     No sabía si rendirse o continuar, ya que las posibilidades de escapar eran casi inexistentes, sobre todo al cerciorarse de que miles y miles de Seres de Niebla que descansaban entre el fuego, salían en ayuda de ése que perseguía a Samanta… Justo cuando ya se creía perdida, alguien le agarró de la cintura y le dijo que no temiera:

                       -    ¡No tengas miedo, Sami! Si aún puedes oler el fuego que quema y el azufre que envenena, es que todavía puedes liberarte de la muerte… -.

                  No sabría hasta tiempo después el significado de estas palabras, pero era cierto que su olfato era el de antes, a pesar de saber que si moría como un miembro de la Luz, siendo humana, simplemente dejaría de existir en cualquier dimensión, en cualquier Mundo.

“EN OTROS MUNDOS” (126)

     Todo ardía en medio de la oscuridad. Samanta desobedeció a su compañera, y comenzó a andar lentamente entre las llamaradas que iban consumiendo al reino de la Luz.        FUEGO

                No había nada ya entre las llamas… Ese fuego tan solo significaba el triunfo del Averno; que Sua y sus Seres de Niebla seguirían esclavizando humanos después de su muerte, para que les sirvieran y les utilizaran, al tener todas sus voluntades y libertades completamente derogadas.

                        Sería imposible encontrar algo de vida, así que Sami se aposentó Silla de piedraen una piedra con forma de trono, e intentó relajar el corazón, que le iba a cien por hora… Se encontraba muy débil… creía saber por qué… Estaba próxima su metamorfosis a Ser de Niebla; ella no quería, no quería… 

                            Justo entonces, le pareció que algo se movía, algo que avanzaba desde el ardor y las deflagraciones; se acercaba con sentencia a Samanta y tembló de miedo al presentir su llegada. Aunque, con su vista ya cansada, la chica no era capaz de distinguir con claridad de quién era la imagen borrosa del que, o la que, se estaba aproximando.

                       -    ¿Eres tú, Nadia? No puedo casi abrir los párpados… -, confesó Sami sabiendo que no era una buena noticia. 

    No obtuvo respuesta… No obstante, pensó que quizá también su oído estuviera seriamente dañado; de hecho, unos pitidos chirriantes se agolpaban y los sentía cada vez con más intensidad por todo el cráneo.

“EN OTROS MUNDOS” (125)

   Todos levantaron la mirada hacia el horizonte, y lo vieron teñido de un halo naranja, que se extendía a lo largo de todo el campo de batalla. Estaba todo encharcado y cenagoso; señal de que la nieve se había derretido.

Horizonte de fuego 

                         Nadia y los Gemelos parecía que sabían que lo que estaban percibiendo eran en realidad llamas y fuego… Hablaban entre ellos muy preocupados, y Samanta les preguntó sobre los sucesos…

                            -    Es fuego… Sua ha atacado a la Luz con uno de los peores elementos que podía hacerlo… Todos los humanos de su bando enemigo están ardiendo ahora y convirtiéndose en cenizas, y los Seres  de Luz son consumidos y esclavizados tras las llamas… el FUEGO es más fuerte que la Luz sola.  Esto quiere decir que la eliminación del Averno, depende sólo de nosotros cuatro -, informó Nadia, a la vez que una gruesa lágrima perfilaba su rostro.

                                  Los Gemelos se abrazaban entre sí, hasta que uno corrió hacia el escenario como fuera de sí  y dedicando graves insultos a Sua y a los que estaban de su parte. El otro hermano, Nadia y Samanta, le siguieron un poco más lentamente.

     Cuando llegaron, revisaron que todo era apocalíptico. A Sami le dolía mucho el pecho, y comenzó a  toser y a escupir sangre…

                                   -    Samanta, quédate aquí -.

                    Como hubiera hecho en otro momento, Samanta no se atrevió a replicar lo que le decían sus compañeros, y se quedó recostada en un árbol, mientras se alejaban unos cuantos metros.